Isabel Allende y un rechazo de época: Antes eran los judíos; hoy son los inmigrantes

Madrid – Son los signos de los tiempos y no le gustan. A los 76 años, la chilena Isabel Allende advierte contra el nacionalismo populista en Europa y en los Estados Unidos y lo asocia con el nacimiento del nazismo. «Antes eran los judíos, ahora son los inmigrantes. Nadie los quiere. Nadie los quiso nunca», sostiene. Lo peor es que, desde su perspectiva, la situación no solo es grave: «Lo que ocurre en la frontera de los Estados Unidos con México es un genocidio», dice. El drama irá en aumento, en la medida en que el cambio climático genere «emigrantes que escapen del hambre y del avance de las aguas».

Este panorama, de alguna manera, fue lo que la hizo escribir Largo pétalo de mar, la novela que acaba de presentar y que, con el escenario de la guerra civil española y los refugiados que huyeron a América Latina, revisa el drama de quien tiene que integrarse en otra sociedad.Basada en la peripecia de los 2000 españoles que en 1939 llegaron a Valparaíso a bordo del crucero Winnipeg, la historia lleva «mucho tiempo» con ella, pero hasta ahora y con «las cosas que pasan en el mundo» no había sentido la urgencia de escribirla.

«Jamás la inmigración es bien recibida», observa, en un fenómeno que compara con la reacción de quien se sube a un ascensor. «Uno se esfuerza por llegar, pero una vez que está adentro, no quiere que llegue nadie más», describe.Un modo en el que analiza lo que ocurre en los Estados Unidos de Donald Trump, donde el rechazo a la inmigración es «el tema del día» a pesar de que se trata de un país de inmigrantes.

Estados Unidos y el fascismo

Al extremo de que lo que ocurre en la frontera «no sólo es un genocidio» sino que el país, en el que reside hace años, esquiva una caída en el fascismo merced «a la salud y el poder de sus instituciones democráticas.»

A los 76 años, Allende ofreció una hora de charla abierta para presentar su nuevo libro, el número 25. «Ahora tengo más oficio, estoy más segura. Pero nadie puede decir si un libro será un éxito o no antes de que salga. Yo nunca lo se. Ni tampoco lo sabe un adivino ni un alquimista. Nadie», dice cuando LA NACION le pregunta por su evolución en décadas como escritora super ventas.

Nada de eso le pesa ni tampoco el mote de autora best seller. «Mi trabajo es escribir historias. No tengo por qué sentirme culpable porque se vendan por millones. Ese es un tema de la crítica o de otros escritores que tal vez sientan que les he quitado un espacio. Para mi el único premio es el de los lectores».

Pasan los años y habla de los círculos que se cierran y de la capacidad que deja la vida para «separar la esencia de la hojarasca». Una metáfora que aplica con la reciente muerte de su madre, un hecho que la conmovió profundamente.

«Si algo vi en los últimos años de mi madre es que, al final, ella se había desprendido de todo lo que no fuera esencial a ella misma. En sus últimos días, era ella misma, pero destilada. Sin nada superficial. Es una lección de vida», confesó.

Círculos que se cierran

La experiencia le dejó el ansia de trasladar el mismo proceso al mecanismo creativo, despojándolo de todo aquello que no sea esencial. El recorrido de vida avanza y siente que, de algún modo, sin proponérselo, va cerrando círculos. Hoy es «la más vieja» de su grupo familiar y eso, dice, también es un dato nuevo.

Aros dorados, camisa anaranjada y un escote negro, Isabel Allende habla como siempre: sin ocultar nada y se ríe a menudo de sí misma. Por ejemplo cuando sostiene que el nuevo libro «queda mucho mejor en audio libro», con la voz varonil de Jordi Boixaderas, que leyéndolo.

Vuelve a reírse con su propia peripecia. Se confiesa «enamorada», una vez más y juega con la idea de que, para ella, «lo ideal es que un marido dure más o menos veinte años». Porque luego de eso, uno ya se lo ha contado todo. «Creo que este será el último. Porque dudo que la vida me de para otros veinte», ironizó.

Largo pétalo de sal habla también un poco de eso. Del amor maduro. Del que llega pasados los 60 y es capaz de conmover «en un momento que a muchos les puede parecer hasta ridículo».

Dos personajes, el joven médico Víctor Dalmau y Roser Bruguera, su amiga pianista, protagonizan la historia que conjuga la guerra española para avanzar hasta el gobierno del chileno Salvador Allende.

Todo, inspirado en una vida real: la del empresario catalán Víctor Pey, quien falleció en octubre de 2018, a los 103 años y a quien está dedicado el libro.

Largo pétalo de mar toma el título de un poema de Pablo Neruda, que así, con ese verso, describe la alargada geografía chilena. El poeta chileno está presente también en el comienzo de cada capítulo, que arranca invariablemente con un verso suyo.

Éxito de ventas, con más de 70 millones de ejemplares vendidos, los lanzamientos de novelas de Allende son un fenómeno editorial del que se enorgullece el sello Plaza y Janés.

Por Silvia Pisani, corresponsal Diario La Nación en España