Acciones necesarias y complementarias para prevenir y controlar la propagación de la resistencia a los antibióticos en humanos

Está claro que los antibióticos son armas muy útiles para luchar contra las infecciones y deben usarse. Pero también es cierto que se usan en exceso en la práctica diaria y que esto produce efectos sociales y ambientales negativos.

Para el resto de las enfermedades no tienen ninguna utilidad. Un creciente número de infecciones, como la neumonía, la tuberculosis, la septicemia, la gonorrea o las enfermedades de transmisión alimentaria, son cada vez más difíciles —y a veces imposibles— de tratar, a medida que los antibióticos van perdiendo eficacia. Allí donde los antibióticos se pueden adquirir sin receta médica para uso humano o veterinario, la aparición y propagación de la farmacorresistencia empeora. En los países que carecen de directrices terapéuticas normalizadas, el personal sanitario y veterinario tiene tendencia a prescribirlos —y la población general a consumirlos— en exceso. Si no se toman medidas urgentes, el mundo está abocado a una era post-antibióticos en la que muchas infecciones comunes y lesiones menores volverán a ser potencialmente mortales.

Para prevenir y controlar la propagación de la resistencia a los antibióticos:

La población general puede:

  • Tomar antibióticos únicamente cuando los prescriba un profesional sanitario certificado.
  • No pedir antibióticos si los profesionales sanitarios dicen que no son necesarios.
  • Seguir siempre las instrucciones de los profesionales sanitarios con respecto al uso de los antibióticos.
  • No utilizar los antibióticos que le hayan sobrado a otros.
  • Prevenir las infecciones lavándose frecuentemente las manos, preparando los alimentos en condiciones higiénicas, evitando el contacto cercano con enfermos, adoptando medidas de protección en las relaciones sexuales y manteniendo las vacunaciones al día.
  • Preparar los alimentos en condiciones higiénicas tomando como modelo las cinco claves para la inocuidad de los alimentos de la OMS (mantener la limpieza; separar alimentos crudos y cocinados; cocinar completamente; mantener los alimentos a temperaturas seguras; y usar agua y materias primas inocuas), así como elegir alimentos para cuya producción no se hayan utilizado antibióticos con el fin de estimular el crecimiento ni de prevenir enfermedades en animales sanos.

Los planificadores de políticas pueden:

  • Poner en práctica planes nacionales de acción para hacer frente a la resistencia a los antibióticos.
  • Mejorar la vigilancia de las infecciones resistentes a los antibióticos.
  • Reforzar las políticas, los programas y la aplicación de las medidas de prevención y control de las infecciones.
  • Reglamentar y fomentar el uso y la eliminación apropiada de medicamentos de calidad garantizada.
  • Informar sobre el impacto de la resistencia a los antibióticos.

Los profesionales de la salud pueden:

  • Evitar las infecciones velando por la limpieza de las manos, el instrumental y el entorno.
  • Prescribir y dispensar antibióticos solo cuando sean necesarios, de conformidad con las directrices en vigor.
  • Notificar las infecciones resistentes a los antibióticos a los equipos de vigilancia.
  • Informar a los pacientes sobre cómo tomar los antibióticos correctamente, la resistencia a estos fármacos y los peligros de su uso indebido.
  • Informar a los pacientes sobre cómo se pueden prevenir las infecciones (por ejemplo, vacunándose, lavándose las manos, velando por la seguridad de las relaciones sexuales o cubriéndose la boca y la nariz al estornudar).

El sector de la salud puede:

  • Invertir en la investigación y desarrollo de nuevos antibióticos, vacunas, productos diagnósticos y otros instrumentos.

El sector agrícola puede:

  • Administrar antibióticos a los animales únicamente bajo supervisión veterinaria.
  • No utilizar antibióticos para estimular el crecimiento ni para prevenir enfermedades en animales sanos.
  • Vacunar a los animales para reducir la necesidad de antibióticos y utilizar alternativas a estos siempre que las haya.
  • Fomentar y aplicar buenas prácticas en todos los eslabones de la producción de alimentos de origen animal y vegetal.
  • Fomentar la seguridad biológica en las granjas para prevenir las infecciones mediante la mejora de la higiene y el bienestar de los animales.

Existen evidencias científicas que demuestran que ya existían bacterias resistentes a los antibióticos antes de que estos medicamentos se comenzaran a utilizar en medicina.

Se han descubierto cepas de bacterias con la capacidad de inactivar antibióticos modernos en sedimentos que datan de hace 30.000 años, lo que demuestra que no se trata de un fenómeno nuevo. Alexander Fleming, tras el descubrimiento de la penicilina, alertó en su discurso de recibimiento del Premio Nobel en 1945, que “…el hombre ignorante puede fácilmente administrarse una dosis insuficiente de antibiótico, y, al exponer a los microbios a una cantidad no letal del medicamento, los haga resistentes”. Si bien este no es un fenómeno nuevo, es un desafío creciente que requiere esfuerzos de todas las partes involucradas para usar los antibióticos de manera responsable a fin de salvaguardar su uso futuro.

 

Fuentes: OMS , Veterindustria y propias.