Yo conocí a una Santa

Se llamaba María, llegó de Italia escapando de la guerra ,el hambre y la desolación de aquella tierra castigada.

Nunca pudo aprender el español. Pero no hacia falta se daba a entender siempre desde la ternura, el afecto y la alegría. Era buena en todo. En su trabajo cuidando niños. Los amaba.

Cocinando las cosas simples de su eterna Italia y sirviendo la comida con ese cariño tan necesario.

Se enamoró de un electricista amante de la Opera y la buena comida.

Tuvieron una hija. Cuando su marido murió, María dedicó su vida y sus pocos recursos económicos a su hija y a esa nieta discapacitada que era la luz de sus ojos.

Con el tiempo la vida comenzó a pasarle facturas en su salud. Llegaron los dolores, pero María nunca se rindió. No se quejó nunca. Siempre dispuesta para cuidar a los otros primero y ella ultima. Mujer de Fe con mayúsculas de las que no van seguido a la iglesia pero que hacen del evangelio practico su libro diario.

Murió solita y sin quejarse. Sin molestar a nadie.

Hacia tiempo que yo no vivía cerca de ella, estaba muy lejos. No me pude despedir, dolores que traen las distancias.

Siempre vivirás en mi querida María.