Los valores son los que dan sentido a nuestra vida

Elegí un sensible poema entre mis archivos para empezar el primer texto en el 2020 y trata de “los valores humanos” , que son los que demuestran la clase de persona que somos. Son los que muestran nuestro comportamiento ante la vida y las diferentes situaciones a las que nos enfrentamos.

La sociedad en la que vivimos adolece cada día más de valores, primando más el egoísmo, el interés personal y la indiferencia. Tener educación, respeto, ser sincero, actuar con honestidad, ser responsable, ser fiel, solidario, etc. no da lo mismo que no serlo. ¿Cómo va a dar lo mismo ser respetuoso con la gente que nos rodea, que no serlo?

¿Cómo va a ser lo mismo ser honesto, cobrar el dinero justo, devolver lo que no es nuestro, no engañar en las cuentas, que no serlo?. El mantener los valores que autentifican y dignifican al hombre, es una fuente de satisfacción y plenitud que marca y deja huella allá por donde vamos, ganándonos a su vez el respeto de todo aquel que se cruza en nuestro camino.

Por eso el fallecido poeta brasileño Mario de Andrade, escribió en 1945, este maravilloso poema llamado “Golosinas” que siempre recuerdo y permanece vigente frente a la condición humana.

Golosinas

Poema de Mario de Andrade ( Brasil, 1893 – 1945 )

“Conté mis años y descubrí, que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora. Me siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces: los primeros los comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocos, comenzó a saborearlos profundamente.

 Ya no tengo tiempo para reuniones interminables, donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada. Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido. Ya no tengo tiempo para lidiar con mediocridades.

No quiero estar en reuniones donde desfilan egos inflados. No tolero a manipuladores y oportunistas. Me molestan los envidiosos, que tratan de desacreditar a los más capaces, para apropiarse de sus lugares, talentos y logros. Las personas no discuten contenidos, apenas los títulos.

Mi tiempo es escaso como para discutir títulos. Quiero la esencia, mi alma tiene prisa. Sin muchos dulces en el paquete. Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana. Que sepa reír de sus errores. Que no se envanezca con sus triunfos. Que no se considere electa, antes de la hora. Que no huya, de sus responsabilidades. Que defienda, la dignidad humana. Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez. Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena.

Quiero rodearme de gente, que sepa tocar el corazón de las personas. Gente a quienes los golpes duros de la vida, le enseñaron a crecer con toques suaves en el alma. Sí…tengo prisa por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar. Pretendo no desperdiciar parte alguna de los dulces que me quedan…Estoy seguro que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido. Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia. Tenemos dos vidas y, la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo tienes una..”

 Sobre Mario de Andrade

Mario Raúl de Moráis Andrade nació el 9 de Octubre de 1893 en São Paulo. Fue poeta, novelista, ensayista y musicólogo brasileño reconocido mundialmente. Se le ha considerado como uno de los propulsores del Modernismo Brasileño.

Durante su vida tuvo dos grandes pasiones, la música y la literatura. Escribió poesía desde su niñez, aunque su primera vocación fue la música, y en 1911 decidió matricularse en el Conservatorio de São Paulo. Se introdujo en la literatura como crítico de arte en revistas y diarios. Durante los años 20, decidió centrarse en el ámbito musical de su carrera.

Viajó por Brasil estudiando su folclore, llegando a formular una teoría de la música folclórica, tanto nacionalista como personal. Fue uno de los principales animadores la Semana de Arte Moderno celebrada en São Paulo en 1922, donde conoció a otros jóvenes con sus mismas inquietudes y crearon el conocido Grupo de los cinco.

Mario de Andrade falleció el 25 de febrero de 1945, en su residencia de São Paulo, a causa de un infarto de miocardio a la edad de 52 años.