¿Por qué no puedo dejar de pensar en mis padres muertos?

“¿Cómo puede alguien dejar de pensar en sus padres muertos? ¿Es esto realmente posible? Mirka, por correo electrónico.

16 de abril de 2020 11:11 CEST

Después de terminar mis estudios trabajé como cuidadora de ancianos durante unos meses. Fue un trabajo difícil, pero recuerdo a algunas personas con cariño. Uno de ellos era una mujer de unos 90 años, con pérdida de memoria y problemas de audición. Le preparaba el almuerzo y luego me sentaba a escuchar mientras comía y compartía historias sobre su vida. Estaba casada y tenía varios hijos. Pero las personas de las que más hablaba, que parecía recordar mejor, eran sus padres.

El pensamiento me asustó. Incluso cuando somos muy viejos y olvidamos lo que hicimos ayer o quiénes son nuestros vecinos, recordamos a nuestros padres. Me asustó porque demostró que hay cosas que nunca podemos dejar atrás, que los recuerdos de un pasado lejano pueden volver para atormentarnos (o, por supuesto, deleitarnos). No tenemos el control de lo que recordamos. El tiempo no lo cura todo. No lo borra todo como una ola entumecedora benevolente.

Parece que simplemente no podemos dejar atrás a algunas personas, especialmente a las que están muertas y a las que tal vez deseemos olvidar, porque recordar duele. 

Puede doler porque los extrañamos y nuestro amor continuo por ellos es doloroso. Puede doler porque nos sentimos culpables por no apreciarlos más. O puede doler porque todavía no podemos perdonarlos.

Cualquiera sea la razón, es posible que deseemos vivir en un mundo en el que no existen, ni siquiera en nuestras mentes, porque no podemos sentir la pérdida de algo en lo que nunca pensamos. Por eso creemos que, si pudiéramos olvidar, no habría pérdida ni dolor. Incluso podemos creer que olvidar a nuestros padres nos hará libres de alguna manera para finalmente ser nosotros mismos.

Quizás todo esto sea cierto, pero quizás esa sea también la forma incorrecta de pensarlo.

Aquí hay un pensamiento que puede encontrar tranquilizador o aterrador:

  • No creo que sea posible experimentar un mundo en el que nuestros padres estén completamente ausentes.
  • Para empezar con las razones obvias, nuestros padres son parte de nosotros, biológica y psicológicamente.
  • Somos quienes somos por lo que ellos son o fueron.
  • Siempre habrá momentos en los que nos miremos al espejo y reconoceremos su sonrisa en la forma en que sonreímos, o recordaremos la forma en que agitaron las manos en el aire con frustración, porque nosotros también hacemos eso.
  • Quizás tengamos un temperamento, como ellos; tal vez seamos buenos con los niños, tal como eran ellos.
  • Nuestra confianza o inseguridad, nuestros miedos particulares y la forma en que amamos, están influenciados por ellos.

Por supuesto que también tenemos algo de libertad e independencia, porque hay partes de nosotros que han sido moldeadas por factores que no tienen nada que ver con nuestros padres, y porque en parte podemos elegir quiénes somos . Pero siempre hay rastros de nuestros padres en nosotros, algunos buenos, otros menos.

La mayoría de los padres dejan un legado que es una mezcla de aspectos positivos y negativos. 

Eso es solo humano. Y si tenemos hijos, estaremos presentes en ellos de la misma forma, y ​​así sucesivamente. Así funciona la reproducción de la vida, y nos sumamos al baile.

De hecho, si queremos, podemos ir más allá y pensar en toda la historia, las generaciones y los factores naturales que intervinieron en nuestra creación. Es un poco vertiginoso, pero también un pensamiento increíblemente expansivo. Para tomar prestada una línea del poeta trascendentalista estadounidense Walt Whitman, puede decir: «Yo contengo multitudes».

Podemos pensar en esto como una cuestión de biología, una cuestión de cultura, una cuestión filosófica de identidad personal o como una perspectiva espiritual. Me gusta pensar que la separación entre estos enfoques es porosa y que podemos adoptarlos todos juntos.

Nada de esto niega nuestra individualidad. Se trata más bien de reconocer que nuestra individualidad no es independiente de lo que concebimos como “no nosotros”, y que los padres son una gran parte del individuo que somos.

La naturaleza de la memoria

Psicológicamente, dos factores explican la naturaleza omnipresente de los recuerdos relacionados con nuestros padres:

  1. uno es el hecho de que las experiencias emocionalmente intensas duran más en nuestra memoria.
  2. La otra es que es más probable que creemos recuerdos cuando las cosas son nuevas, y la infancia es el momento de nuestras vidas en el que muchas cosas que experimentamos son nuevas e importantes.

Los padres suelen ser fundamentales en ambos casos. Nuestras primeras emociones tienen lugar con ellos. Están presentes durante nuestras primeras exploraciones del mundo y de nosotros mismos. Entonces, si los juntamos, queda claro que las situaciones relacionadas con los padres tienen más posibilidades de quedar impresas en nuestros recuerdos que casi cualquier otra cosa.

Pero, ¿significa esto que estamos atrapados con los recuerdos de nuestros padres, a veces dolorosos, que se reproducen en nuestras mentes todo el tiempo, día tras día? De ningún modo.

  • Creo que podemos utilizar la presencia ineludible de nuestros padres dentro de nosotros como un resorte para avanzar y como un conocimiento liberador para proyectarnos hacia el exterior en el mundo.
  • Que alguien sea parte de nosotros no significa que debamos pensar en él todo el tiempo.
  • O incluso en absoluto. Significa que somos libres, de hecho, de pensar en todo lo demás, porque no tenemos que mantener nuestros pensamientos fijos en ellos para que estén presentes. Ya lo son, siempre.
  • Si hemos hecho las paces con esta identidad compuesta, si hemos incorporado y permitido su legado en nosotros de formas que nos sirvan y podamos aceptar, entonces no necesitamos atenderlo.
  • Podemos poner toda nuestra atención en las cosas del mundo que lo requieren, sin sentir la culpa de dejar ir a nuestros padres. En todo caso, los estamos llevando adelante.

Enfrentando la oscuridad

A veces, sin embargo, los aspectos de nosotros mismos que son moldeados por nuestros padres son causas de sufrimiento, y debemos observarlos y trabajar en ellos. Puede haber recuerdos inquietantes, o legados, que no podemos ignorar. Quizás el poeta inglés Philip Larkin capturó este sentido de herencia negativa de la manera más memorable en su franco y abrasador This Be The Verse :

«Te joden, tu mamá y tu papá, quizá ellos no quieran hacerlo, pero lo hacen.Te llenan de las fallas que tenían y añaden algunas extra, solo para ti.»

Si este es el caso, es posible que debamos recordar volver a las raíces del sufrimiento y examinarlas para tratar de resolverlas . A menudo vale la pena hacer esto, especialmente si tenemos problemas para perdonar a nuestros padres por habernos agraviado.

Lamentar el hecho de que nunca los perdonamos, o sentir vergüenza porque todavía amamos a las personas que nos humillaron y lastimaron puede ser una fuente profunda de trauma. La opción más fácil suele ser intentar olvidarlo.

Pero enfrentar los recuerdos puede ayudarnos a seguir adelante. 

  • Tal vez sea posible, como también señaló Larkin , que por mucho que nuestros padres nos hicieron daño, también fueron decepcionados por sus padres, quienes a su vez fueron decepcionados por sus padres.
  • Esto no justifica sus acciones.
  • Pero aceptar que hasta cierto punto también fueron víctimas, o que también tenían algunas buenas cualidades, puede ser una forma de romper un ciclo oscuro, una forma de negarse a heredar tal comportamiento.
  • Así que aceptar los recuerdos oscuros y llevarlos con nosotros puede convertirnos en personas excepcionales.
  • Y si todavía no podemos perdonar a nuestros padres, pensar en ellos podría al menos ayudarnos a aceptar que no podemos perdonarlos. Y esa aceptación puede hacer que nuestros recuerdos sean menos dolorosos: pensamientos fugaces y ocasionales en lugar de incesantes e imponentes olas de dolor y ansiedad.

Lo mismo ocurre con los sentimientos de culpa. 

Seguro, todos podríamos haber mostrado más amor y cuidado a nuestros padres. Pero es probable que sintieran exactamente lo mismo por sus padres y, por lo tanto, siempre entendieron que los amamos más de lo que podríamos decir. Es un pensamiento reconfortante.

En definitiva, estamos ligados a la gente que nos generó y que nos crió (a veces son iguales, a veces no).

Pero podemos elegir hacia dónde dirigir nuestra mirada. De hecho, diría que es precisamente debido a la presencia ineludible de estas personas, que tenemos una mayor libertad para dirigir nuestra atención hacia otra parte, hacia afuera, hacia donde se necesite. Y podemos estar seguros de que estarán con nosotros, de alguna manera, sea cual sea el camino que elijamos tomar.

Autor:

Silvia Panizza –  Teaching Fellow, University College Dublin /

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