La crisis del Barça: Messi no arruina al club
En medio de la campaña electoral a las elecciones del FC Barcelona de 2021, el diario español El Mundo ha publicado en exclusiva el contrato de Leo Messi. Según la información, el astro argentino podía llegar a cobrar en los últimos cuatro años de contrato (2017-2021) hasta 555 237 619 euros brutos. Concretamente, esto supone unos 138 millones de euros anuales brutos, entre fijo y variables por temporada.
1 febrero 2021 09:50 CET
Parecía la tormenta perfecta, en plena campaña electoral, y más con un titular suculento del rotativo madrileño que situaba a Messi en el centro de todos los males económicos de la entidad: “El contrato faraónico de Messi que arruina en el Barça”.
Ciertamente, a pesar de que según la Football Money League el club acabó la temporada 2019-20 manteniéndose como el que más facturaba del fútbol mundial (715,1 millones de euros), también fue uno de los que más sufrió durante la pandemia, “con una mayor caída de los ingresos en comparación a sus rivales, un 15% (126 millones de euros) comparado con el curso anterior, y con todas las fuentes de ingresos cayendo en porcentajes de dos dígitos”.
Incluso, todo el mundo recordaba las declaraciones de Carles Tusquets, presidente de la gestora que rige el club durante el periodo de interregno, que explicitó en una entrevista el pasado diciembre que “económicamente, habría sido deseable vender a Messi en verano”.
¿Cobra demasiado Leo Messi?
Pero ¿cobra demasiado Leo Messi? ¿El efecto Messi sería comparable al que Beckham tuvo en el Real Madrid de la primera década del siglo XXI? El periodista deportivo y uno de los fundadores de L’Esportiu de Catalunya, Jordi Grau, emmarcó la polémica de manera acertada: “Conseguir el contrato de Messi es periodísticamente muy relevante. La interpretación que ‘arruina al club’ es, para mí, equivocada”.
Ocurrió algo similar con la llegada de David Beckham, y toda la política de los galácticos, que catapultó internacionalmente la marca del Real Madrid. Incluso podríamos pensar que Messi ha tenido un efecto superior a la hora de incrementar la notoriedad de marca del Barça. Y, sobre todo, un impacto económico superior.
Para empezar, el argentino fue un producto de la Masía, el plantel del club, y no llegó a la entidad a golpe de talonario. Tan solo por eso, económicamente ya hay que pensar que el club parte con ventaja a la hora de poner valor lo que Messi, como uno de los mejores jugadores de toda la historia del fútbol, le aporta. De hecho, mientras el Barça de antes del debut de Messi había ganado 62 títulos (1909-2003), a partir de 2003 ha ganado 34 más.
El mismo día de la exclusiva de El Mundo, el periodista Sergi Escudero publicaba un reportaje que contextualizaba la situación. El principal valor de Messi para el club es el poder de atracción que tiene para la negociación de patrocinios o la renovación de los existentes.
La información citaba a Cinto Ajram, quién fue responsable de activación de patrocinios del FC Barcelona, que explicitaba: “Cuando tú vendes la marca Barcelona por el mundo, pones la cara de Messi. En estas condiciones marcadas por la pandemia del coronavirus ninguna marca se atreve a renovar por tres o cuatro años más porque se desconoce el valor del club sin este jugador”.
De hecho, Ajram fue uno de los responsables que se firmara, en 2016, el contrato con el gigante de la e-commerce japonés Rakuten, por 55 millones de euros, contrato que en plena pandemia de la covid-19 se renegoció a la baja, por 30 millones. La renovación a la baja también se daba por las dudas sobre la continuidad del argentino en el primer equipo de fútbol de la entidad.
Ingresos astronómicos que dependen de Messi
Otro de los expertos consultados, el economista Marc Ciria, aportaba dos datos más. Por un lado, en las últimas giras de pretemporada, el 50% de los ingresos generados dependían de que Messi jugara los partidos. Por otro lado, “de los espectadores que van al campo, el 40% son turistas nacionales e internacionales, los cuales aportan mucho dinero al club, y estos vienen a ver el Barça de Messi”. De hecho, el club aporta un 1,5% del PIB de la ciudad y entre el 6 y el 8% de turistas que llegan a Barcelona dicen hacerlo atraídos por la grandeza del Barça.
Los ingresos por derechos de televisión y patrocinios de La Liga, además, también pueden estar condicionados por la presencia de Messi en este campeonato. Los años que Messi y el portugués Cristiano Ronaldo, este como jugador franquicia del Real Madrid (2009-2018), coincidieron en La Liga, dibujaron una relación de héroe y antihéroe que monopolizó el panorama futbolístico global.
Los partidos del Clásico, las permanentes comparativas entre sus estadísticas y la lucha por quién conseguía la Pelota de Oro, fueron origen de muchos titulares de prensa y la gallina de los huevos de oro para incrementar la notoriedad de la competición, que acabó vendiendo sus derechos de televisión por más de 1 800 millones de euros anuales.
Si bien la salida de Cristiano Ronaldo hacia Italia ya supuso para La Liga perder uno de sus dos iconos, la marcha de Messi devaluaría de nuevo la competición y su capacidad para generar nuevos ingresos a partir de su potencial futbolístico.
Ferran Soriano, actual CEO del City, dijo que Beckham fue como Micky Mouse para el proyecto de Florentino Pérez. Pero Leo Messi no solo ha sido determinante para los Barça de Laporta, Sandro Rosell y Josep M. Bartomeu, sino también para los planes de expansión global de La Liga.
La respuesta a si Messi cobra demasiado fue objeto de estudio de uno de los capítulos del programa de Televisió de Catalunya “Economia en colors”, que lideraba el economista Xavier Sala-i-Martín.
En este, el cronista Santiago Segurola, una de las voces más reputadas del periodismo deportivo español, resumía: “Desde la lógica de mercado, Messi no cobra mucho. El fútbol es el deporte más popular del mundo y Messi se ajusta a lo que le toca […] ¿Cuánto vale la emoción? El intangible de Messi es la belleza y la capacidad de adhesión a esta belleza. Y esto está totalmente mesurado por el mercado […] No querría que se acabara nunca, la lucha de Messi contra el tiempo me fastidia, como aficionado al fútbol porque es el mejor jugador que he visto nunca”.
Pero, ¿Messi ha arruinado lo Barça?
Si bien la pregunta a si Messi cobra demasiado no tiene una única respuesta, tampoco la tiene si Messi arruina el Barça. La interpretación que hace El Mundo es ciertamente cuestionable si analizamos el contexto. No solo porque es económicamente verosímil que en los últimos cuatro años el jugador haya aportado más dinero que su salario –estimaciones publicadas por los economistas Marc Ciria y Josep Fabra nos dicen que se le pueden atribuir unos 619 millones de ingresos–, sino porque el FC Barcelona tiene otros problemas estructurales, que no son exclusivamente atribuibles a un único jugador.
La ratio del coste deportivo sobre los ingresos (entre el fútbol y las secciones) es del 74%; la marcha de Neymar Jr. al PSG dejó 222 millones de euros al club que se invirtieron en jugadores que, hasta esta temporada, no han empezado a mostrar su potencial; las obras del Espai Barça han tenido un incremento de coste de 815 millones de euros; la promoción del talento surgido del plantel ha sido secundario hasta esta temporada y, atención, no hay que olvidar que desde 2015 el primer equipo de fútbol no gana la Champions League, una competición que permite al vencedor ingresar más de 110 millones de euros.
Si a todo esto se añaden los efectos incontrolables de la pandemia, que ha castigado enormemente a clubes como el Barça que habían desarrollado muchísimo el negocio vinculado al matchday, la economía se tambalea por todos lados. Pero, como nos explica Soriano en su libro La pelota no entra por azar (2009), si no hay grandes títulos ni sabes mejorar tu talento, el círculo virtuoso no funciona y todo ello se convierte en el círculo vicioso al que ahora se enfrenta la entidad. Y Messi, que continúa marcando goles y aportando belleza al juego, no tiene la culpa de todo.
Autor:
Xavier Ginesta – Associate professor, Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya
Fuente: The Conversation