De nada sirve “matar al mensajero”

 

“Matar al mensajero” es una frase metafórica que se refiere al acto de culpar o enojarse , con una persona que trae malas noticias o que expresa algo que no nos gusta, ocurre que el que lo dice no tiene nada que ver, porque esta comunicando algo de lo que no es autor.

Anteriormente, los mensajes eran enviados por un emisario humano. A veces, durante las guerras, por ejemplo, se enviaba a un emisario desde un campamento enemigo. Un combatiente provocado fácilmente después de haber recibido dichas noticias podía desquitar su ira con más facilidad en el mensajero que en el responsable de las malas noticias.

Sigmund Freud ( 1856 – 1939 ) consideraba el hecho de “matar al mensajero” como “un caso marginal de este tipo de defensa (…) para enfrentar lo insoportable”, citando como ejemplo «el famoso lamento de los moros españoles Ay de mi Alhama», el cual relata como el rey Boabdil recibe la noticia de la caída de Alhama. El rey siente que su pérdida significa el fin de su mandato, pero no lo permitirá convertirse realidad, por lo que “tiró las cartas al fuego y mató al mensajero”.

Freud agrega que otro factor determinante fue la necesidad de combatir su sentimiento de inutilidad. Al quemar las cartas y “matar al mensajero”, Boabdil todavía estaba intentando demostrar su poder absoluto.

Una versión moderna de la expresión se puede apreciar cuando las personas culpan a los medios por traer malas noticias sobre una causa. El hecho es que para muchos “ matar al mensajero” es una respuesta emocional momentánea hacia noticias no bienvenidas.

Nuestra manera de comunicarnos establece un tipo de relación con cada persona y esto muchas veces nos lleva a tomar ciertas decisiones a lo largo de la vida. Si pensamos , nos damos cuenta de que todos establecemos comunicaciones específicas con nuestra pareja, padres, o amigos, en el trabajo  y en todas ellas se producen conflictos por nuestra manera de comunicarnos. Durante esos conflictos tenemos la «oportunidad de tomar diferentes decisiones en cuanto a qué decir y cómo actuar», sin embargo, la inmensa mayoría de las personas tienden a no poner el stop para reflexionar qué hacer, dejan que la conducta automática de defensa salte y actúe, sin saber si esa es la mejor opción.

Es por esto que se producen conflictos. «Tenemos la tendencia de culpabilizar», y esto provoca que no se restablezca la comunicación. Muchos niños, aprenden desde la culpa ya sea por cultura, religión o herencia; sin embargo, el verdadero aprendizaje reside en la responsabilidad y en asumir los sentimientos.