Felizmente madura

Algunas veces me desespero al ver mi cuerpo, las arrugas, los ojos con ojeras, la celulitis. Y a menudo me sorprendo de la persona que vive en mi espejo, pero no me preocupo por esas cosas por mucho tiempo.

No cambiaría mi amada familia, ni a mis sorprendentes amigos, ni mi maravillosa vida, por menos cabellos canosos y un estómago plano. Me he convertido en mi amiga. No me regaño por no hacer mi cama, o por comer esa galleta extra.

Estoy en mi derecho de ser un poco desordenada, ser extravagante y oler las flores. He visto algunos queridos amigos irse de este mundo, antes de haber disfrutado la libertad que viene con hacerse viejo.

¿A quién le interesa si escojo leer o jugar en la computadora hasta las 4 de la mañana y después dormir hasta quién sabe qué hora? Bailaré conmigo al ritmo de esos maravillosos acordes de los 50´s y 60´s. Y si después deseo llorar por algún amor perdido…. ¡Lo haré!

Caminaré por la playa con un traje de baño que se estira sobre un cuerpo regordete y haré un clavado en las olas dejándome ir, a pesar de las miradas de compasión de las que usan bikini, ellas también se harán viejas, si tienen suerte.

 

Autor anónimo