Mare of Easttown: el público-detective frente a sus prejuicios

Mare of Easttown es el último éxito televisivo de streaming. La crítica destaca la maravillosa interpretación de Kate Winslet, y su acertadísimo acento Delco (propio de las afueras de Filadelfia, lugar donde está ambientada la serie). Pero el verdadero poder de la producción para enganchar al público de medio mundo, saturado ya de pantallas y series tras un año de pandemia, radica en las estrategias narrativas y estructurales utilizadas por sus creadores.

La serialización es parte de la esencia de la literatura y las series de televisión de crímenes desde su nacimiento. Los primeros éxitos aparecieron en forma de historias cortas o casos, luego en series de novelas con un/a protagonista que sirve de hilo conductor (p. ej., la señorita Marple de Agatha Christie), y ahora en forma miniseries.

Sherlock Holmes ya se publicó serializado, y en el siglo XX los grandes escritores de crímenes (Patricia Cornwell, Jo Nesbø, e Ian Rankin entre otros) lograron éxitos populares y de ventas. No es casualidad que HBO haya decidido serializar la emisión de Mare of Easttown, como ya hizo anteriormente con otro de sus éxitos, The Undoing, a pesar de ser una plataforma de streaming que vende inmediatez y acceso total a su contenido. (HBO ha emitido un episodio cada semana, aunque ahora están disponibles para verse todos seguidos).

Enganchar y fidelizar

La serialización permite el desarrollo de técnicas narrativas y discursivas propias de la literatura de crímenes, que buscan enganchar a un público ávido de resolver el misterio que se les plantea. En la época dorada de las plataformas de streaming, ayuda a fidelizar a un público altamente fagmentado.

Así, la división de la trama en capítulos separados en el tiempo se convierte en una herramienta narrativa para el desarrollo de la serie. En Mare of Easttown, cada semana descubrimos nuevas pistas en la investigación del asesinato de Erin Mcmenamin. Con nuestro visionado, imitamos el propio ritmo de la investigación, y convertimos nuestra experiencia como público en una performance detectivesca.

Hipótesis y confirmación

Este último éxito de HBO ha elevado la serialización a un nivel sublime: cada capítulo de Mare of Easttown contiene unos mecanismos narrativos que interpelan indirectamente al público y nos hacen partícipes de la trama sin romper la cuarta pared.

Uno de los placeres ocultos de la serie viene de nuestra participación en el caso, ya que como público-detective formamos nuestras propias hipótesis y esperamos que la serie las confirme. Aunque no es tan sencillo.

A continuación, me propongo analizar las varias conjeturas que como público hemos podido hacer y por lo tanto, desvelaré el desenlace de la serie, por lo que recomiendo al lector que tenga intención de verla que no siga leyendo.

Prejuicios y escenas ‘in medias res’

Tomemos como ejemplo la sospecha de que el diácono es el padre del bebé o el asesino de Erin. Mare interroga al diácono varias veces a lo largo de la serie y, aunque, tuvo contacto con la joven la noche de su desaparición, finalmente se descubre que es inocente.

Sin embargo, en cuanto esta figura religiosa se perfila como sospechoso, la narrativa del inconsciente colectivo entra en juego. El diácono nos evoca los casos de abusos sexuales cometidos por curas en Boston, que ya vimos en la película Spotlight (2015). No podíamos estar más equivocadas.

Otra técnica narrativa utilizada a lo largo de toda la serie son las conversaciones de los personajes, especialmente la última reunión en la mesa de la cocina entre Lori y John Ross en el episodio final.

Esta familia, aparentemente unida con rutinas cotidianas que bien podrían reflejar la cotidianeidad de cualquier otra familia de clase trabajadora occidental, pone en marcha un cúmulo de suposiciones, prejuicios, privilegios y creencias del público desde su primera aparición en escena.

En la conversación final entre el matrimonio Ross, que el espectador ve ya empezada, los guionistas nos hacen creer que el verdadero culpable es Robbie Ross, el tío soltero, desempleado y alcohólico que todavía vive con el padre John. La serie escoge mostrarnos la conversación entre John y Lori y por fin creemos llegar a ese momento catártico que caracteriza las historias de crímenes: tenemos ante nosotros al culpable, ¿no es obvio?

Revisitar escenas

Sin embargo, según progresa el episodio, Mare resolverá el caso, desmontando nuestra propia hipótesis, y se destapará que el culpable no es aquel que representa el fracaso en nuestra sociedad, sino el referente de los valores más celebrados y tradicionales: el padre de familia, John Ross, quien, además, confiesa, creando la falsa sensación de verdad. Una vez el shock inicial se desvanece a mitad del episodio, tanto Mare como el público parecen relajarse tras la supuesta restauración del statu quo que cierra todas las narrativas de crímenes. Pero queda tiempo de metraje.

Con el retorno de Mare a la investigación la serie nos obliga a enfrentarnos a la incómoda tarea de revisitar escenas que creíamos clave en el proceso de visionado-detección, solo para percatarnos de que hemos llegado a una conclusión falsa. Y no, no hemos sido engañadas. Mare of Easttown pone en marcha algunos de los mecanismos narrativos y discursivos más elegantes de la última década para encontrar el equilibrio entre los giros argumentales y la interpelación del público sin paternalismos ni engaños.

Mecanismos mentales inconscientes

Volviendo a la conversación final en casa de los Ross, una técnica audiovisual basada en escenas cortadas, aunque aparentemente completas, e incorporaciones del público-detective a escenas in medias res, nos hace creer que tenemos toda la información.

En ningún momento dudamos de la serie y, para poder darle sentido a lo que vemos y escuchamos, se pone en marcha en nuestra mente una serie de mecanismos que rellenan los huecos. Mecanismos que rellenan esa ausencia con historia, política, moralidad, expectativas, prejuicios raciales, de género y de clase social y, de forma increíble, nuestra propia experiencia en el mundo real.

No es casualidad que Mare of Easttown se sitúe en una comunidad de clase trabajadora con problemas de drogadicción y prostitución. La serie exprime al máximo su localización y crea un elenco de personajes aparentemente estereotipados (el toxicómano negro, la mala madre divorciada, la buena madre, el diacono pederasta) y nos obliga a enfrentarnos a nuestros prejuicios más asentados.

Mare of Easttown cuenta con la interpretación estelar de Kate Winslet y con la producción de altísima calidad que ya es sello de HBO, pero su verdadero poder radica en la interpelación al inconsciente colectivo a través del cual nos hacemos partícipes de la historia. La serie necesita al público-detective para poder progresar y es esta cuidada relación la que ha propiciado el merecido éxito.

Autor:

Elena Avanzas Álvarez – Profesora asociada y traductora médica. Humanidades Médicas, Inglés y Literatura., Universidad de Oviedo

 

Fuente: https://theconversation.com/