Lexatin y Orfidal:diferencias entre ellos

El Lexatin y el Orfidal son dos medicamentos de la familia de las benzodiacepinas que se utilizan para tratar la ansiedad y el insomnio, en algunos casos. El principio activo del Lexatin es el Bromazepam y el del Orfidal, el Lorazepam.

Diferencias de dosis

La dosis habitual de Lexatin es de 1,5mg, mientras que la de Orfidal es de 1mg. Aproximadamente 1 mg de Orfidal es equipotente con algo más de 3mg de Lexatin. Como el Orfidal es más potente a la dosis habitual, este se utiliza para tratar las crisis de pánico y el insomnio. El Lexatin, al ser menos potente, se utiliza para tratar la ansiedad más leve pero más persistente. En cualquier caso, ninguno de los dos tratamiento debería exceder las 8 a 12 semanas de tratamiento continuado y siempre deben ser prescritos por un médico, preferiblemente un especialista en psiquiatría.

Indicaciones:

Las benzodiacepinas y, en concreto, Lexatin y Orfidal se utilizan para tratar distintos tipos de ansiedad y el insomnio. Esta ansiedad puede ser aislada (como las crisis de pánico, la agorafobia, la ansiedad generalizada o la fobia social), así como la ansiedad asociada a la depresión, el TOC o cualquier otro trastorno mental.

¿Cuál es más adecuado para el insomnio?

Entre el Lexatin y el Orfidal, es más adecuado el Orfidal para tratar el insomnio, puesto que su inicio de acción es más rápido y vamos a conciliar más rápidamente. Además, el Orfidal tiene una duración muy similar a las 8 horas de media que necesitamos de sueño para descansar por las noches.

¿Cuál es más adecuado para la ansiedad?

Los dos tratamientos son adecuados para tratar la ansiedad. Si bien, Lorazepam es más adecuado para tratar las crisis de ansiedad y Lexatin para tratar la ansiedad que es más leve y persistente.

Diferencias entre Lexatin y Orfidal:

Lexatin tiene un inicio de acción ligeramente más lento que Orfidal y su semivida de eliminación es mayor. Orfidal suele durar unas 8 horas, con una semivida media de 12 horas; mientras que, Lexatin suele durar unas 12 horas, con una semivida de 17 horas.

Lexatin se metaboliza por el hígado y el Orfidal, no. Orfidal es, por tanto, más adecuado en personas con una disfunción hepática.

Orfidal se puede administrar por vía sublingual porque se absorbe muy bien por esta vía, a diferencia del Lexatin en el que no es posible esta vía de administración. La vía sublingual es más rápida que la vía oral habitual.

Efectos secundarios:

A nivel de efectos adversos, Orfidal y Lexatin tienen un perfil muy similar. Pueden provocar sedación, somnolencia, incoordinación motora, mareo, confusión, desorientación y problemas de memoria. Por este motivo, la prescripción siempre ha de ser por un médico que monitorice los efectos adversos y decida la duración del tratamiento.

Ninguno de los dos produce ganancia de peso.

Riesgo de dependencia

Todas las benzodiacepinas tienen un riesgo potencial de dependencia, ante la que ni Orfidal ni Lexatin son una excepción. Por este motivo, se recomienda que su uso sea por el menor tiempo posible, siempre inferior a 8-12 semanas. En este sentido, Orfidal tiene más riesgo de producir dependencia que Lexatin debido a su mayor potencia, menor duración de efecto y el inicio de acción es más corto.

Este riesgo de dependencia es mayor para aquellas personas que tienen antecedentes personales o familiares de adicciones a otras sustancias.

Interacción con el alcohol

No se recomienda beber alcohol a las personas que estén en tratamiento por ansiedad y tampoco se recomienda beber alcohol a las personas que se encuentren en tratamiento con Orfidal o Lexatin.

Se pueden tomar juntos

No se deben combinar dos o más benzodiacepinas ya que el riesgo de efectos adversos y de adicción aumentan. En circunstancias excepcionales, un especialista en psiquiatría puede combinar ambos tratamientos buscando un efecto potenciador y las sutiles diferencias que existen entre los dos fármacos.

Quieres saber más

Si quieres saber más acerca de las diferencias entre el Orfidal y el Lexatin puedes leer el artículo completo escrito por el Dr. David López Gómez, psiquiatra en Madrid