La soledad en los tiempos de las fiestas

Las Fiestas Navideñas y de Fin de Año pueden generar emociones encontradas. Mientras que para algunos resulta un momento de alegría y diversión para disfrutar junto a familiares y amigos, otras personas lo viven con angustia y, hasta en algunos casos, llegan a deprimirse.

De hecho, el malestar de muchos se ve reflejado en el comentario, «me acostaría a dormir el 23 de diciembre y me levantaría el 2 de enero», es decir, cuando las Fiestas ya pasaron, y se recupera la calma emocional.

La hora del brindis es el momento más emotivo que le sucede a muchas personas adultas, porque allí afloran todas las emociones. Se trata de la situación de mayor tensión interna ya que acceden a la conciencia los recuerdos que tienen que ver con las pérdidas afectivas.

¿Existe la depresión por las Fiestas?. Es real y tiene que ver con una alteración en el estado del ánimo, que se agrava a medida que se va acercando el 24 y el 31 y continúa después de que pasaron las Fiestas. Los síntomas mas frecuentes que caracterizan dicho estado son: angustia intensa, ansiedad, pérdida del interés por el exterior, sensación de que la vida no tiene sentido vivirla, deseo de no continuar viviendo, alteraciones en el sueño; en la comida y en las funciones cognitivas.

Este padecimiento se da más en mujeres adultas que en varones, en personas que viven solas y sienten a su vez un profundo estado de soledad y sensación de abandono. También se da en aquellos que sufrieron recientemente pérdidas de seres queridos y se encuentran en pleno duelo, ya sea por fallecimiento o por distanciamiento debido a algún conflicto.

Es importante tener en cuenta que no son las situaciones del exterior las que nos perturban y nos deprimen cuando llegan las Fiestas, sino como cada uno interpreta los diferentes hechos negativos que nos ocurrieron en el transcurso de la vida. Esto significa que frente a los mismos momentos desagradables, cada uno las va a interpretar de acuerdo con sus creencias y pensamientos.

10 claves sobre el sentimiento de soledad

  1. El sentimiento de soledad no está relacionado con la compañía, ni el número de amigos, vida en pareja o familiares que tengas, sino en cómo te sientes respecto a todo eso.
  2. Nacemos solos y moriremos solos. Entonces, ¿por qué nos deprime tanto la soledad? ¿No se supone que deberíamos ser capaces de estar a gusto simplemente con nosotros mismos? ¿No sería eso maravilloso?. La respuesta a esa pregunta está en nuestra evolución como especie humana.Estamos programados para estar en contacto. Todos los animales sociales saben que quedarse aislados reduce drásticamente sus probabilidades de sobrevivir y reproducirse, y por eso evitan la soledad .
  3. Sentirte solo es como una alarma, tu cuerpo te avisa que alejarte de la sociedad, de la gente que te ama, pone en peligro tu supervivencia y, aunque hoy en día ya no corras el riesgo de morir devorado por un tigre, no puedes hacer nada para evitarlo. Frente esta situación, tu mente empieza a preparase para lo peor, identificando cualquier señal a tu alrededor como una posible amenaza.
  4. Lo que más influye sobre nuestra felicidad son las relaciones sociales. Por mucho dinero, trabajo o fama que tengas, si te sientes solo seguirás siendo infeliz.
  5. Las redes sociales sirven poco. Miles de años de evolución nos han programado para las relaciones cara a cara, no para interactuar mediante mensajes de texto.
  6. Sentirte solo no es lo mismo que estar solo. Porque, en realidad, la soledad puede ser buena. Se ha demostrado que, en ese estado, el cerebro recupera capacidad de atención, motivación, creatividad y productividad. Sin embargo, sentirse solo es otra historia. Entonces, ¿cuál es la diferencia entre estar solo y sentirte solo y deprimido?. La primera respuesta está en tus expectativas. En la distancia entre tus relaciones sociales reales y las que te gustaría tener. Si te gustaría poder compartir tus pensamientos con alguien pero no tienes nadie con quien hacerlo, te sentirás solo.
  7. Reconoce tus miedos. Muchas veces, nos resistimos a pensar que los momentos de soledad nos afectan. Lo habitual es poner en marcha mecanismos para alejar el sentimiento negativo que esta angustia nos genera. Cada persona es diferente. De ahí que no haya recetas para reconocer los temores. Por el contrario, solo compete al individuo identificar cuál es el origen de sus angustias.
  8. Limpiar pensamientos. Es mucha, muchísima la información que recibimos cada día. Los medios de comunicación, nuestras amistades y familiares son algunos de los canales que nos abruman con noticias que la mayoría de las veces no llegamos ni a procesar.  Sí es un hecho que, de forma más o menos consciente, toda esa información condiciona nuestros pensamientos y manera de ver el mundo.
  9. La soledad también puede fortalecernos. Los momentos de soledad en los que nos permitimos aceptarnos, querernos y reconciliarnos con nosotros mismos, son los que nos pueden llevar más fácilmente a ganar la conquista del amor propio. También nos ayudan a aprender de nosotros mismos, más allá de aquello que no nos guste, ayudándonos así a desprendernos de todo aquello que no nos suma.
  10. Buscar la ayuda de un profesional. Cuidar de la salud mental es vital para sentirnos en armonía con el mundo, cualquiera sea nuestra situación. Para ello, es importante conocer las causas de sentimientos como el miedo. Pero, no siempre está en nuestras manos conseguirlo. Darse cuenta de ello también es crucial para ir en busca de la ayuda de un profesional.

 

 Gentileza de Ana María Marengo