“ A mi me pegaban con el cinturón.. y no salí tan mal”

Esta es una frase que frecuentemente escucho de padres / madres de familia intentando justificar el deseo que tienen de hacer lo mismo con sus hijos.  Y la pregunta que siempre me viene a la mente es: ¿Es eso razón suficiente para hacerlo? ¿No salí tan mal?

Perder el control con mis hijos, dejarme llevar por mi emoción del momento (llámese enojo, frustración, cansancio, impotencia, desesperación….) y permitir que ella me lleve a hacer cosas que no quiero hacer o decir cosas que no quiero decir, ¿es justificable porque a mi me lo hicieron y “yo no salí tan mal”?

El día de hoy, tantos años después, tal vez estas personas han elegido olvidarlo o no poner su atención en eso, sin embargo, a mi me gustaría invitarlos a que intentaran mentalmente, regresar en el tiempo y trataran de recordar cuando su papá o su mamá les gritaron como locos… los humillaron frente a sus hermanos o les dejaron marcas de cinturón en la piel… ¿Cómo se sintieron? ¿Qué pensaron de sí mismos? ¿Qué sintieron hacia su papá o mamá? Y más aún… ¿aprendieron algo de la experiencia? ¿Algo más que tenerle miedo a sus papás o a obedecer aunque no entendieran bien por qué?

Entiendo que ser mamá/ papá no es fácil… muchas veces están cansados, ofuscados con otros problemas… pero te invito a que recuerdes lo que sentiste cuando supiste que tendrías un hijo/a… a que recuerdes las cosas que querías enseñarle, las cosas que querías hacer con él o ella… la clase de mamá o de papá que soñabas ser para ese ser. ¿Recuerdas cómo querías enseñarle las cosas importantes de la vida? Te aseguro que en tu mente (y tu corazón) ninguno de esos métodos incluía los gritos, las amenazas o el cinturón.

Todos los papás quieren lo mejor para sus hijos. Quieren que tengan todas las habilidades que necesitan para desempeñarse correctamente y con facilidad en la vida. Y te tengo noticias, la mayoría de esas habilidades no las van a aprender porque se las digas, las van a aprender observándote y entonces repitiéndolas. Cada vez que tú tienes un problema con tu hijo/a le estás modelando cómo se resuelven los problemas… cada vez que te frustras, desesperas o enojas con él/ella, le estás modelando qué se hace con las emociones.

Si para lograr la obediencia de tus hijos utilizas los gritos, la manipulación, las amenazas, las nalgadas… que no te sorprenda que comience a resolver los problemas y las dificultades de la vida del mismo modo… y peor aún.. .que comience a relacionarse con personas que resuelven las cosas del mismo modo. Hoy le gritas tú y ¿mañana? ¿Su pareja? ¿Sus amigos? ¿Su jefe?

El día de hoy te pido que analices lo siguiente: el día de hoy, ¿Tienes con tus hijos el tipo de relación que quieres tener con ellos? Si la respuesta es sí, ¡Felicidades! Sigue haciendo lo que estás haciendo. Si la respuesta es no, te invito a intentar algo diferente.

 

Fuente: https://www.mensvenilia.mx/