Crisis de caras

Hay caras muy serias, hay caras que tiran para atrás, hay caras que generan tensión, hay caras a las que no apetece acercarse, y uno tiene que ser consciente de la cara que ofrece a los demás. Vivimos de lo que transmitimos, y lo que transmitimos empieza por nuestra cara.

Nosotros no somos responsables de la cara que tenemos, la que tenemos es la que nos ha tocado, que le vamos a hacer, algunos hasta podríamos reclamar. No somos responsables de la cara que tenemos, pero si somos responsables de la cara que ponemos.

Hay personas que han nacido con cara fácil, con una fisonomía que les ayuda a transmitir una cara agradable. Los que no hemos tenido esa suerte, debemos esforzarnos para transmitir esa imagen agradable.

Se puede ser feo, no hay nada malo en ser feo, si uno es feo, va con guapas, pero no es necesario, encima de feo, ser desagradable. Esa sería culpa nuestra.

Nos gusta tratar con personas agradables, con caras sonrientes. A cuántas personas les cuesta entender esta realidad tan simple. Cuántas personas personas nos harían un gran favor a los demás si aprendieran a sonreír un poco más.

A veces no es un problema de entorno, no es un problema de la sociedad, no es un problema del cliente o de nuestros familiares, es un problema de cara, no de la que tenemos, sino de la cara que ponemos.

Hay un proverbio chino que dice; “El hombre cuya cara no sonríe, no debería abrir una tienda”. Entre los proverbios chinos y el refranero español, está resumida toda la sabiduría mundial.

 

Tomado del libro: Vivir la vida con sentido. Capitulo 11, pagina 124. Autor Víctor Küppers. Publicado por Plataforma Editorial