“Líbrame de los falsos amigos, que de los enemigos me cuido solo “Voltaire (1694-1778)

No todas las relaciones sociales en la vida son perfectas. Saber diferenciar entre aquellas positivas y negativas es fundamental para seguir adelante. Los amigos de verdad son difíciles de conseguir y aún más difíciles de mantener, pero los amigos falsos y las personas falsas parecen estar en cada esquina, listos para aprovecharse de ti en tus momentos difíciles.

La rivalidad y la envidia aparecen en nuestro círculo de amigos. Y esa envidia puede adoptar muchas caras distintas. Los amigos falsos nunca preguntan cómo estás:  Piensa en cuántas veces una persona a la que considerabas un verdadero amigo te hizo esa sencilla pregunta: «¿Cómo estás?» y realmente lo decía en serio.

Los amigos falsos tienen un tema de conversación favorito. Encontrarán cualquier forma posible de entablar todos los diálogos sobre ellos. Fingirán que les importa lo que tienes que decir, solo para encontrar alguna oportunidad de interrumpirte y empezar a hablar sobre sus propias cosas otra vez.

Un buen amigo escucha y ofrece su apoyo, mientras que las personas falsas solo escuchan para poder seguir adelante.

Hay amigos que simplemente aparecen en nuestra vida y nos marcan con destellos de felicidad para siempre; nos enseñan que la sencillez, la bondad, la fé, el amor y la alegría, son magníficas piedras para edificar la casa de la vida.

A los buenos amigos debemos ofrecerles reciprocidad, atención y cariño, porque gracias a sus guiños llenamos nuestra vida y nuestro día a día de franqueza y empatía, pilares indispensables para ser felices. Debemos quedarnos siempre con la felicidad y las enseñanzas que nos aportan los buenos amigos y las lecciones que nos aportan aquellos que en algún momento se han comportado de malas maneras.

Con el tiempo aprendemos que nos va importando más la calidad, que la cantidad de amigos y personas que tenemos a nuestro lado.