Carme Batet, especialista en dolor: “Me duele todo no es psicológico, hay una base inflamatoria”

Dolor crónico. Hay estereotipos negativos que dicen que la mujer se queja más, pero lo cierto es que ellas tienen más recursos personales para soportar y hacer frente al dolor

Dolor de espalda, dolor de cabeza, dolor en las articulaciones… “Me duele todo cuando me levanto” se ha convertido en una frase demasiado habitual en nuestros días. En algunos casos, el motivo de ese malestar es el dolor crónico, un grave problema que afecta a casi el 10% de la población mundial y que durante mucho tiempo se abordó como un síntoma más de las enfermedades. El conocimiento sobre el sistema nervioso central ha permitido que haya adquirido la categoría propia de enfermedad.

¿Cuándo se considera que un paciente sufre dolor crónico y qué tratamientos hay? Y, ¿qué pasa con el dolor no crónico que nos acecha tan a menudo? Carme Batet, anestesióloga, especialista en el tratamiento del dolor y vicepresidenta de la Sociedad Catalana del Dolor, nos responde algunas preguntas.

– Es muy común la frase «cuando me levanto, me duele todo». ¿Tenemos más dolores que en décadas anteriores? ¿Cuál puede ser la causa?

Casi cada día el 70% de la consulta me dicen eso, “me duele todo”. Y no es un problema psicológico, hay una base inflamatoria en gran cantidad de personas. Hay distintas causas: el sobrepeso, el tabaquismo, el colesterol, la hipertensión, el estrés… Todo esto es inflamatorio para el organismo. Si además, frente a esto, empieza a haber degeneración en las articulaciones o se sobrepone alguna afectación de columna o de enfermedad, este dolor se puede disparar.

– Ante esto, ¿los hábitos de vida, pues, son claves para evitar el dolor?

Sí. Por esto insistimos tanto en el descanso, la nutrición y el deporte. Muchas personas adultas no tiene estos hábitos, trabaja muchas horas, no hacen ejercicio físico, viven con estrés… Esto se va acumulando en las articulaciones, y en el sistema muscular, también en la transmisión nerviosa, pero la base muchas veces es inflamatoria.

– ¿Qué dolor (no crónico) es el más habitual? ¿Espalda, cefaleas…?

El más usual es el dolor de columna, el dolor lumbar. Y el más común en cuanto a tipología, el dolor degenerativo, la artrosis, por ejemplo. Casi toda la población a partir de los 60 años puede tener puntos de artrosis en su organismo. También puede haber dolor de columna por sobrecargas, sobrepeso, falta de ejercicio físico o genética. Las cefaleas también son muy frecuentes, y las occipitales están muy condicionadas por el estrés.

– ¿Hay alguna pauta a seguir, para afrontar estos episodios habituales de dolor?

Cuando hay un episodio de dolor reiterativo hay que descartar patologías, diagnosticar exactamente lo que está pasando, que no es fácil. Una vez se diagnostica, si hay implicaciones personales que pueden cronificarlo, se debe tratar en las unidades de dolor, a veces con terapia psicológica. Hay terapias cognitivas conductuales o de adecuación de las personas con dolor a una vida normal. Hay que estudiar al paciente nutricionalmente, ver cómo tiene la masa muscular, su descanso nocturno (que tenga un sueño reparador)…

– Y a nivel doméstico, en casa, ¿hay ejercicios o pautas a seguir para mitigar o soportar mejor el dolor?

Sí, ejercicios como estiramientos. El taichí ayuda mucho a las personas con dolor porque no es necesario que se tumben en el suelo, estando de pie pueden estirar y coordinar la respiración, les da equilibrio y les ayuda a relajarse y a poner el cuerpo en su sitio; es una técnica muy fácil que pueden hacer las personas mayores, incluso sentadas. Lo estamos aconsejando mucho. También estiramientos de columna, de musculatura, ejercicios individualizados según la patología. El pilates suave puede ayudar, como el mindfulness.

– ¿Cuándo se considera que un dolor es crónico? ¿Cómo se define?

Aparece después de tres o seis meses de que haya habido un dolor persistente y no se haya solucionado. Cuando surge el dolor crónico puede que todavía exista la sintomatología, pero otras veces —a mayoría—, incluso ha dejado de existir el problema inicial. A menudo pensar, recordar o vivir una situación parecida a la del inicio, hace que toda la memoria del dolor se despierte. Es decir, hay una causa que puede ser real y otra causa que la Organización Internacional del Estudio del Dolor define como potencial, el recuerdo del dolor o a la reactivación neurobiológica de lo que fue.

– El dolor crónico afecta a casi el 10% de la población mundial, una cifra muy elevada. ¿Qué le puede pasar o haber pasado a una persona para llegar a tener un dolor crónico?

¡En España una de las asociaciones más importantes de médicos de familia ha determinado que afecta hasta al 17% de la población! Algunos ejemplos. Hay un dolor muy conocido por todos que es una neuralgia posherpética: tienes un herpes, te salen unas vesículas, es muy doloroso, dura un tiempo, se cura con antivíricos, pero en ocasiones la dolencia desaparece y el dolor persiste. Otro ejemplo es el de personas que han tenido afectaciones en la columna, accidentes, aplastamientos de vértebras… A pesar de poner muchos medios y pasar el tiempo, el dolor persiste, y afecta al paciente en su día a día, le condiciona el estado de ánimo, la capacidad de trabajar, de hacer deporte…

– ¿Cómo afecta el dolor a nuestro sistema nervioso y a nuestro organismo?

El dolor altera todas las vías de conducción, altera los núcleos cerebrales. La neurobiología de la transmisión altera todas las vías descendentes que tiene el organismo para hacer frente a un dolor, implica la totalidad del ser humano. Los núcleos cerebrales alterados con el dolor son muchas veces los mismos que están en contacto con la depresión, la capacidad de afrontamiento, la capacidad de regenerar el futuro… Por eso el dolor crónico es una enfermedad en sí misma.

– La sensación de dolor lo invade todo, es difícil de gestionar. ¿Qué implicaciones tiene para el paciente?

El dolor tiene una implicación biopsicosocial, es decir, biológica, psicológica y social. La parte biológica son los factores estructurales, genéticos o nutricionales, también la edad. Hay una parte de afectaciones de los núcleos cerebrales que es una afectación psicológica, no solo por la frustración que implica el no poder hacer frente a las cosas, sino porque el dolor altera las percepciones, la sensibilidad, las aficiones… Y la parte social implica todas las relaciones con los demás, la familia, la escuela, el trabajo… Si no lo abordamos con todos estos aspectos, no tratamos el dolor; y es muy difícil tratar globalmente a una persona si no podemos coordinar equipos multidisciplinares.

– Todavía hay un sesgo de género muy preocupante en la medicina. El dolor de la mujer se interpreta de forma diferente…

Hay estereotipos negativos que dicen que la mujer se queja más, pero es falta de conocimiento: se ha comprobado que hay una patología de género con unas implicaciones en las vías de recepción del dolor y en su modulación, que no es igual en el hombre y en la mujer. La mujer tiene unas vías de transmisión de dolor mucho más intensas. Pero se ha visto también que tiene más recursos personales para soportar y hacer frente al dolor.

– ¿Qué tratamientos hay para el dolor crónico?

Se debe hacer un abordaje multidisciplinar y el sistema lo permite a medias, hay muy pocos hospitales que puedan ofrecerlo. Las especialidades funcionan independientemente y esto ralentiza el tratamiento. Lo ideal seria que una persona con dolor crónico invalidante pueda ser tratada por procesos integrados dentro de la misma unidad, con intervención del psicólogo, el nutricionista, el neurólogo, rehabilitación… El dolor se considera una patología intermedia, no grave, porque la persona sigue viviendo, y no se le da la importancia debida.

– Desde la Sociedad Catalana del Dolor reivindican un mayor uso de la neuromodulación. ¿Por qué?

Cuando a una persona se la ha intervenido de columna y no ha dado el resultado esperado, muchas veces generan un tipo de dolor hacia las extremidades o en la columna, que es invalidante. Existen tratamientos fáciles e implantados totalmente en Europa, como este, que aquí tenemos mucha dificultad para aplicar.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/magazine/psicologia/20221227/8653489/carme-batet-especialista-dolor.html