Nuevos fármacos podrían acabar con la epidemia mundial de obesidad

Los efectos a largo plazo deben estudiarse con atención, pero el entusiasmo está justificado

 THE ECONOMIST

09/03/2023 13:30Actualizado a 10/03/2023 06:13

Un nuevo tipo de fármaco causa furor entre los ricos y guapos. Un pinchazo a la semana, y el peso cae de repente. Elon Musk jura por él; los influencers cantan sus alabanzas en TikTok; las estrellas de Hollywood, repentinamente más delgadas, niegan haberlo tomado. Sin embargo, los recientes fármacos para adelgazar no son simples mejoras cosméticas. Los mayores beneficiarios no serán las celebridades de Los Ángeles o Miami, sino los miles de millones de personas corrientes de todo el mundo cuya salud es puesta en riesgo por su peso.

Los tratamientos para adelgazar han variado desde hace tiempo entre los bien intencionados e ineficaces y los claramente dudosos. La nueva clase de fármacos, llamados agonistas del receptor GLP-1, parece que funciona de verdad.

“El medicamento ha demostrado en ensayos clínicos una pérdida de peso de alrededor del 15% y ya se vende bajo la marca Wegovy en tres países: EE.UU., Noruega y Dinamarca”

La semaglutida, desarrollada por la empresa farmacéutica danesa Novo Nordisk, ha demostrado en ensayos clínicos una pérdida de peso de alrededor del 15%. Ya se vende bajo la marca Wegovy en Estados Unidos, Dinamarca y Noruega, y pronto estará disponible en otros países; Ozempic, una versión de dosis más baja, es un medicamento para la diabetes que también se está utilizando «fuera de indicación» para perder peso.

A finales de este año saldrá a la venta un fármaco GLP-1 rival fabricado por la empresa estadounidense Eli Lilly, que es aun más eficaz. Los analistas creen que el mercado de los fármacos GLP-1 podría alcanzar los 150.000 millones de dólares en 2031, no muy lejos del actual mercado de medicamentos contra el cáncer. Algunos consideran que podrían llegar a ser tan comunes como los betabloqueantes o las estatinas.

Esos fármacos no podrían haber llegado en mejor momento. En 2020, dos quintas partes de la población mundial tenía sobrepeso o era obesa. En 2035, según la ONG Federación Mundial de Obesidad, esa cifra podría aumentar hasta más de la mitad de la población, con la asombrosa cifra de 4.000 millones de personas obesas o con sobrepeso.

La gente engorda en todas partes. Las poblaciones que engordan más rápidamente no son las del Occidente rico, sino las de países como Egipto, México y Arabia Saudí.

Esas tendencias son alarmantes porque la obesidad causa multitud de problemas de salud, como diabetes, cardiopatías e hipertensión, además de decenas de enfermedades como derrames cerebrales, gota y diversos tipos de cáncer. Tener sobrepeso aumentó las probabilidades de morir de covid-19. Y luego está el sufrimiento que se deriva del estigma asociado al estar gordo, que afecta de forma especialmente cruel a niños en escuelas y parques infantiles.

Las consecuencias de la obesidad para las arcas públicas y la economía en general son enormes. Según un modelo hecho por investigadores universitarios, el coste anual para la economía mundial del exceso de peso podría alcanzar los 4 billones de dólares en 2035 (el 2,9% del PIB mundial, frente al 2,2% en 2019). Esa cifra incluye tanto el gasto en atención sanitaria como el tiempo de trabajo perdido por enfermedades y muertes prematuras vinculadas con la obesidad.

“En 2023 podrían haber 4.000 millones de obesos o con sobrepeso”

El aumento de la cintura en el mundo no es signo del fracaso moral de los miles de millones de personas con sobrepeso, sino que es resultado de la biología. Los genes que fueron vitales para ayudar a los humanos a sobrevivir a los inviernos y al hambre siguen ayudando al cuerpo a no desprenderse de su peso hoy en día.

En las últimas décadas, la superabundancia de alimentos procesados a los que es difícil resistirse ha traído consigo una mayor comodidad y unos menores costes, pero también ha disparado la sobrealimentación justo cuando los estilos de vida se han vuelto más sedentarios. Una vez que se ha engordado, el cuerpo lucha contra cualquier intento de adelgazar más allá de una pequeña fracción de su peso total.

A pesar de los 250.000 millones de dólares que los consumidores de todo el mundo gastaron el año pasado en dietas y en lograr una pérdida de peso, la batalla por adelgazar estaba en gran medida perdida.

Los nuevos fármacos contra la obesidad han llegado por casualidad, después de que se observara que los tratamientos destinados a los diabéticos provocaban pérdida de peso. La semaglutida imita la liberación de hormonas que estimulan la sensación de saciedad y reducen el apetito. También desconectan el poderoso impulso por comer que acecha en el cerebro, a la espera de tender una emboscada incluso al más entusiasta de los que hacen dieta.

“Novo Nordisk, la compañía que encabeza la fiebre del oro, es la segunda empresa farmacéutica más valiosa del mundo”

Hay ya una gran demanda de dosis, y los inversores están casi tan entusiasmados como los usuarios recién adelgazados. La capitalización bursátil de Novo Nordisk, la compañía que encabeza la fiebre del oro, se ha duplicado en dos años hasta alcanzar los 326.000 millones de dólares, lo que la convierte en la segunda empresa farmacéutica cotizada más valiosa del mundo.

Los analistas prevén que la mitad de los estadounidenses obesos que busquen ayuda tomarán fármacos GLP-1 a finales de la década.

“La novedad de estos medicamentos significa que aún no se conocen sus consecuencias a largo plazo”

Ahora bien, como ocurre con cualquier medicamento nuevo que promete tanto a tantas personas, existen incertidumbres. Dos importantes son la seguridad y la asequibilidad.

En primer lugar, la seguridad. La novedad de estos medicamentos significa que aún no se conocen sus consecuencias a largo plazo. En el caso de las dosis más bajas prescritas para la diabetes, los efectos secundarios (como vómitos y diarrea) han sido leves. Sin embargo, podrían aparecer otros a medida que se generalice su uso y se aumenten las dosis.

En estudios con animales se ha observado una mayor incidencia de cáncer de tiroides, y la semaglutida se asocia a una pancreatitis rara. Poco se sabe de los efectos de su uso durante o justo antes del embarazo. Todo eso requerirá un análisis cuidadoso mediante estudios longitudinales controlados.

Será importante entender los riesgos, porque muchos pacientes que toman esos fármacos quizás los necesiten durante el resto de su vida. Como ocurre cuando se abandona una dieta, el dejar de tomar una dosis elevada de semaglutida se asocia con la recuperación de gran parte del peso perdido. Algunas personas incluso ganan más peso del perdido en un principio.

“Los grandes beneficios que generan estos fármacos estimula la competencia”

Otra preocupación de los responsables políticos es el coste. En Estados Unidos, la factura de Wegovy ronda los 1.300 dólares al mes; la de Ozempic, los 900 dólares. A juzgar por esos precios, las recetas de por vida parecen prohibitivamente caras. Sin embargo, la perspectiva a largo plazo resulta más alentadora.

Con el tiempo, las compañías pueden llegar a acuerdos con los gobiernos y los proveedores de servicios sanitarios para cubrir a toda la población y garantizar grandes volúmenes a cambio de precios bajos.

La perspectiva de beneficios ya atrae la competencia y estimula la innovación. Amgen, AstraZeneca y Pfizer están trabajando en fármacos rivales; Novo Nordisk tiene una cartera completa de medicamentos de mantenimiento. Más adelante, las patentes expirarán, lo que permitirá el desarrollo de genéricos de menor precio.

La forma de lo que vendrá

¿Qué hacer mientras tanto? Los gobiernos deben velar por que los medicamentos lleguen a quienes más los necesitan y dejar que quienes los toman con fines cosméticos los paguen de su bolsillo. Deben estudiarse detenidamente los efectos a largo plazo.

Los Estados deben seguir insistiendo en otras medidas contra la obesidad, como el ejercicio, la alimentación sana y un mejor etiquetado de los alimentos, que pueden ayudar a que de entrada la gente no engorde.

Sin embargo, dediquemos también un momento para la celebración. Estos nuevos fármacos significan que la lucha mundial contra la gordura puede acabar ganándose.

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Traducción: Juan Gabriel López Guix

 

Fuente: https://www.lavanguardia.com/