Jubilarse del trabajo, no de la vida

LA REVOLUCIÓN DE LOS MAYORES.Un ‘ejército’ de 14 millones de pensionistas en 15 años cambiará la sociedad

CELESTE LÓPEZ

MADRID

02/05/2023 06:00 Actualizado a 02/05/2023 08:33

Los populares viajes del Imserso están perdiendo el sentido con el que se diseñaron a finales del siglo XX, como también aquel concepto de envejecimiento activo que puso en marcha la Organización Mundial de la Salud (OMS), que se extendió como la espuma por el mundo desarrollado y que logró meter en la médula de los mayores la necesidad vital de moverse para evitar, o al menos retrasar, el deterioro. Todos estos planes, y muchos más, sirvieron (y mucho) para cambiar el concepto que hasta entonces imperaba de la última etapa de la vida.

Pero todo ello ha quedado obsoleto con los años ante la llegada de nuevos jubilados con un mayor poder adquisitivo, que tienen interiorizada la necesidad de mantener una vida activa y que, en la mayoría de los casos, han viajado no solo por España, sino por el extranjero. Nuevos jubilados que se niegan a ser arrinconados por el mero hecho de cumplir años y que con sus nuevos hábitos y actitudes están modificando significativamente el concepto de la vejez.

“Tenemos un modelo de jubilación que adocena y deja un papel residual a los mayores. Esto va a cambiar”

Un cambio, sin embargo, que será mucho más radical en la próxima década cuando unos 14 millones de personas formen parte de ese colectivo y que provocarán una auténtica revolución social, señala Javier Yanguas, gerontólogo y director científico del programa de mayores de la Fundación La Caixa, quien hace unos días participó en una jornada sobre Vejez y envejecimiento 2030: desafíos y oportunidades para toda la sociedad .

Yanguas es claro: se impone un nuevo modelo de vejez, con diferentes etapas, a consecuencia de la prolongación de la vida. “No es lo mismo tener 65 años que 80, como tampoco tener 90, las inquietudes y necesidades son distintas”, aclara. Y es que uno de los mayores logros de este siglo es el incremento de la esperanza de vida, una “longevidad democratizada” que afecta a todas las clases sociales.

“Los adultos mayores de hoy moriremos cerca de los 90, pero los niños que nacen hoy lo harán a los 100. Es un logro sin precedentes”, señala José Manuel Freire, neumólogo, profesor de la Escuela Nacional de Sanidad, exconsejero de sanidad del Gobierno Vasco y actual presidente de la Comisión Sanidad y Coordinación Sociosanitaria de la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP).

Es decir, cuando uno llega a la jubilación le quedarán, de media, entre 20 y 25 años más de vida, apuntala Yanguas, quien manifiesta que los nuevos mayores ya no ven el paso a la jubilación como la llegada a una etapa de arrinconamiento y de pasar el tiempo hasta que llegue el final.

Al contrario, señalan los expertos, tienen claro que “se jubilan de lo laboral, pero no de la vida”. Ven en ese tiempo una etapa de crecimiento personal, de posibilidades, de cambio. Ese “ejército de jubilados” tiene el poder de transformar la sociedad, reitera Yanguas, porque saben que tienen futuro.

Los desafíos de la vejez

El porcentaje de población mayor de 64 años en España supera el 20% y sobrepasa ya al de menos de 20 años. Pero esto no es nada con lo que se avecina. En menos de una década comenzarán a jubilarse los nacidos entre 1958 y 1977 (los baby boomers) , pero lo harán en una transición que tendrá su pico en el año 2042 con la incorporación de casi 725.000 potenciales pensionistas.

Para entonces, habrá más de 15 millones de pensionistas, frente a a los 9,6 millones actuales. Esto cambiará la sociedad de manera drástica, un cambio que debería estar planificado ya. Como explica Yanguas son muchos los desafíos a los que enfrentarse, entre ellos, la necesidad de mantener las relaciones sociales y combatir la soledad, ese sentimiento “que no solo nos hace sufrir sino que es un indicador claro de la salud moral de nuestra sociedad”.

Otro de los retos es dejar de proteger a los mayores tanto y permitir que corran los riesgos que quieran, que amen, que vivan, que se comprometan. Y, sobre todo, replantearse el tema de los cuidados. La persona debe estar en el centro y no permitir que pierdan su identidad.

Hasta ahora, se ha visto la ­vejez como una etapa a la que atender “llenando el tiempo con actividades, que no sabemos si tienen sentido”, indica el gerontólogo. Pero esto debe cambiar, porque “los propios mayores la han llenado de valor, senci­llamente buscan la plenitud”, reitera.

Por ello, “hay que reconceptualizar la vejez”, apunta José Augusto García Navarro, presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, quien participó con Freire en unas jornadas sobre mayores organizada para la PMP y a la que también asistió la jueza jubilada y exalcaldesa de Madrid Manuela Carmena, de 79 años.

La exedil sigue al frente de su oenegé (tiene una tienda donde vende los productos que hacen las presas) y continúa parti­cipando en coloquios y charlas. Ella es clara: hay que empoderar la vejez, porque no es una etapa triste, es de orgullo, orgullo por llegar, por haber hecho y por lo que se puede hacer en favor de la sociedad.

“Tenemos un modelo de jubilación que adocena y deja a los mayores un papel residual, en el que parece que solo importa que llenen su tiempo con actividades. El disfrute es necesario, claro que sí, pero hay que mirar más allá, buscar el desarrollo personal, el compromiso con los otros… Otra manera distinta de ser viejo. Hay que hacer ese cambio, sobre todo, por los que vienen» , insiste Yanguas.

Compromiso intergeneracional es una de las palabras que más se repitieron en el foro de La Caixa. Porque, mientras los mayores consiguen llegar al retiro merecido, los jóvenes tienen un futuro más que incierto. “En este momento está fallando la mirada intergeneracional. La vejez debe levantar la mirada e implicarse en que la sociedad no se fracture”, explica Yanguas.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/vida/20230502/8935534/jubilarse-trabajo-vida.html