La intolerancia religiosa en la Antigüedad: Un análisis del fanatismo cristiano en el siglo IV

En su obra provocativa y profundamente investigada, «La Edad de las Tinieblas: La destrucción del mundo clásico», Catherine Nixey (Inglaterra 1980) arroja luz sobre un período turbulento de la historia: la transición del mundo antiguo pagano al cristianismo como religión dominante en el Imperio Romano. Uno de los puntos más polémicos y debatidos en su libro es la forma en que la religión cristiana emergente interactuó con las religiones paganas existentes, y cómo esta interacción estuvo marcada por la violencia y la intolerancia.

Nixey argumenta que la llegada del cristianismo al poder en el siglo IV trajo consigo una ola de represión y destrucción hacia las prácticas religiosas no cristianas. Contrario a la noción de que el cristianismo propagó su mensaje de amor y perdón pacíficamente, ella sostiene que muchos de los episodios históricos muestran un lado mucho más oscuro y violento de la conversión forzada y la persecución religiosa.

Uno de los momentos clave que Nixey destaca es la destrucción de templos paganos, bibliotecas y obras de arte por parte de los cristianos. En su obra, ella detalla cómo figuras como el emperador Teodosio I promulgaron leyes que prohibían la adoración de los dioses paganos y ordenaban el cierre de templos. Esta política no solo reprimió las prácticas religiosas no cristianas, sino que también condujo a la destrucción sistemática del patrimonio cultural y religioso del mundo antiguo.

Para Nixey, estas acciones constituyen un claro ejemplo de fanatismo religioso en su forma más extrema. Argumenta que los cristianos del siglo IV estaban imbuidos de una creencia ferviente en su propia fe y en la supremacía de su religión sobre todas las demás, lo que los llevó a justificar y perpetrar actos de violencia en nombre de su fe. Esta intolerancia hacia las creencias diferentes a las propias se convirtió en una característica distintiva del cristianismo en ascenso en esa época.

Además, Nixey señala que la violencia no solo se limitó a las instituciones religiosas y culturales, sino que también se extendió a individuos que se negaban a convertirse al cristianismo o que practicaban abiertamente su fe pagana. Los mártires paganos, que se negaban a abandonar sus creencias a pesar de la persecución, fueron tratados con dureza y a menudo ejecutados por las autoridades cristianas.

Es importante tener en cuenta que el trabajo de Nixey ha generado controversia y debate en el ámbito académico. Algunos críticos argumentan que su narrativa presenta una visión unilateral y exagerada de los acontecimientos, minimizando los factores sociales, políticos y económicos que contribuyeron a la transición del mundo antiguo al cristianismo. Sin embargo, otros elogian su enfoque fresco y provocativo, que desafía las interpretaciones convencionales de la historia.

El trabajo de Catherine Nixey nos obliga a reconsiderar la narrativa tradicional sobre el ascenso del cristianismo y nos recuerda que, aunque el cristianismo ha sido una fuerza poderosa para el bien en la historia, también ha sido responsable de episodios oscuros de intolerancia y violencia. Al examinar críticamente nuestro pasado, podemos comprender mejor las complejidades de la historia religiosa y trabajar hacia un futuro de tolerancia y respeto mutuo.

Fuentes:

  • «La Edad de las Tinieblas: La destrucción del mundo clásico», Catherine Nixey(2018).
  • Brown, Peter. (1967). «The World of Late Antiquity: AD 150-750.» Harvard University Press.
  • MacCulloch, Diarmaid. (2011). «Christianity: The First Three Thousand Years.» Penguin Books.
  • Frend, W. H. C. (1984). «The Rise of Christianity.» Fortress Press.