Fábula: “La teoría de la relatividad política”
Había una vez en un remoto sistema solar, en un planeta llamado Verakom, donde la deshonestidad política era tan común como las estrellas en el cielo nocturno. En el Senado Galáctico de Verakom, dos figuras destacaban entre el tumulto político: el astuto Pedro y el honesto Julio, conocidos en todo el sistema como «Los Magnates del Engaño» y «El Defensor de la Verdad», respectivamente.
Un día, durante un acalorado debate en el Senado, Pedro estaba tratando de justificar sus acciones corruptas, mientras que Julio estaba decidido a exponerlo y poner fin a su reinado de engaño. Pedro, con su característica sonrisa astuta, se jactaba: «¡Nunca me atraparán! ¡Mis trucos son tan brillantes que desafían las leyes de la física misma!»
Julio, sin inmutarse, levantó una ceja y respondió: «¡Oh, por favor! ¡No insultes la inteligencia de la ciencia con tus juegos políticos! Incluso Einstein se sorprendería de tus afirmaciones absurdas».
Confundido, pero no dispuesto a ceder, Pedro intentó cambiar el tema con promesas vacías y distracciones políticas. Sin embargo, Julio, con una risa irónica, dijo: «¡Eso es típico de ti! Según la teoría de la relatividad de Einstein, todo depende del marco de referencia. Desde tu perspectiva, puedes parecer un santo, pero desde la mía, eres simplemente un charlatán tratando de evitar la justicia».
Así, en Verakom, donde la ética política era tan maleable como el espacio-tiempo mismo, la mención de Einstein servía como un recordatorio humorístico de que incluso los genios de la ciencia podrían encontrar perplejos los retorcidos giros de la política corrupta.
La moraleja de esta fábula nos enseña que:
Al igual que las leyes de la física son universales e inmutables, los principios éticos también deberían serlo. No importa cuánto intenten algunos distorsionar la verdad, siempre habrá quienes estén dispuestos a defenderla, recordándonos que la honestidad y la integridad son los verdaderos pilares de una sociedad democrática, justa y equitativa.