Ah, la vida y su raro sentido del humor

Siempre tiene una forma peculiar de ponernos en nuestro lugar, ¿no es así? Nos pasamos la mitad del tiempo preocupándonos por tonterías como perder las llaves o no encontrar los calcetines adecuados, y las convertimos en dramas dignos de Hollywood.

Pero cuando la vida decide lanzarnos una bola difícil de agarrar, enfermedad o una sorpresa desagradable, ahí es cuando realmente entendemos lo insignificantes que eran esas preocupaciones previas. Es como si la vida estuviera diciendo: «¿Te preocupabas por esas cosas pequeñas? ¡Ja! Eso era adorable, mira esto que te pasa ahora».

Y sí, hay un toque de comedia en todo esto.

Nos reímos de nosotros mismos por haber elevado al estatus de tragedia griega las nimiedades de la vida cotidiana. Pero también hay una pizca de nostalgia, porque, bueno, es inevitable. Nos quedamos reflexionando sobre el derroche de energía emocional en cosas que, en retrospectiva, no valían ni un centavo en el gran mercado de la vida.

Entonces, ¿qué hacemos?

¡Seguir adelante y reírnos de las tonterías que nos preocupaban tanto antes! Porque, sinceramente, ¿quién necesita preocuparse por el color de los calcetines , cuando la vida te lanza situaciones inesperadas?