Javier Milei: El año en que la Argentina se atrevió a desafiar su destino
Desde hace varias décadas vivo en Europa, y sigo de cerca todo lo que pasa en el país. Por eso, no es raro que me pregunten cómo veo la gestión de Javier Milei como presidente. Desde mi experiencia en el exterior, trato de analizar las decisiones y el impacto que tienen, tanto en nuestra sociedad como en la percepción internacional. Vivir afuera me da una perspectiva distinta, pero no menos apasionada, sobre los desafíos y las oportunidades que enfrenta nuestro país bajo su liderazgo.
En su primer año como presidente, Javier Milei ha logrado lo que pocos políticos en la historia contemporánea de Argentina han conseguido: alterar el eje del debate nacional. Con una mezcla de audacia intelectual y una personalidad tan carismática como polarizadora, Milei ha colocado a la libertad económica y el replanteamiento del rol del Estado en el centro de la discusión pública. Y, aunque su gobierno no ha estado exento de tensiones y desafíos, sería injusto no reconocer los avances que ha logrado en un país acostumbrado a la resignación frente al declive.
La economía: El retorno de la disciplina fiscal
Uno de los grandes aciertos del gobierno de Milei ha sido imponer una disciplina fiscal que parecía impensable en un país históricamente adicto al déficit crónico. La reducción del gasto público, aunque dolorosa en algunos sectores, ha permitido dar los primeros pasos hacia un equilibrio presupuestario que muchos consideraban un sueño imposible.
La dolarización, una de sus propuestas más controvertidas, no ha avanzado. Aunque no ha sido implementada completamente, su impacto psicológico en los mercados ha reducido significativamente la expectativa inflacionaria y estabilizado, en cierta medida, el tipo de cambio.
La confianza de los inversores extranjeros ha comenzado a resurgir, y con ello, sectores como la agroindustria y la tecnología han mostrado señales de revitalización. Además, la eliminación de algunos impuestos distorsivos a las exportaciones ha dado un respiro a los productores, incentivando la inversión y mejorando la competitividad en el mercado global. En un país donde el intervencionismo ha sido norma, este cambio representa un giro histórico.
Reformas estructurales: Contra viento y marea
Milei ha demostrado una voluntad inquebrantable para enfrentar a los poderes enquistados en el sistema. La reforma del sistema previsional, orientada a la sostenibilidad a largo plazo, es un ejemplo de su capacidad para priorizar lo estructural por encima de lo popular.
Su impulso para reducir el tamaño del aparato estatal, cerrando ministerios redundantes y descentralizando competencias, no sólo busca eficiencia económica, sino también un cambio cultural profundo: acabar con la percepción del Estado como un botín político. Su insistencia en desregular sectores clave ha abierto puertas para la innovación y la competencia, especialmente en áreas como la energía y el transporte. Aunque los resultados plenos de estas políticas aún están por verse, el cambio de paradigma es innegable.
El desafío del costo de vida: La paradoja argentina
A pesar de los avances en el plano macroeconómico, los argentinos enfrentan una realidad que resulta tan dolorosa como contradictoria: vivir en un país con costos en dólares o euros que superan a los de Estados Unidos y Europa, pero ganando salarios en pesos argentinos que han perdido un poder adquisitivo dramático. Esta desconexión entre los ingresos y los precios no sólo refleja la fragilidad económica, sino también el estancamiento de un modelo que ha castigado el bolsillo de los ciudadanos durante décadas.
¿Cómo se llega a esta situación? Por un lado, la inflación descontrolada y los impuestos distorsivos han encarecido la producción y los servicios, trasladando costos exorbitantes a los consumidores. Por otro lado, la persistente depreciación del peso argentino frente a monedas fuertes condena a los trabajadores a un poder adquisitivo cada vez más limitado. En este contexto, Milei enfrenta uno de los mayores desafíos de su gestión: lograr que los salarios se acerquen a estándares internacionales sin que esto implique un golpe inflacionario.
¿Cómo salir de este círculo vicioso? La solución no será inmediata ni sencilla, pero podría pasar por tres pilares fundamentales:
- Estabilidad monetaria: La implementación de una dolarización o la consolidación de una política monetaria responsable que termine con la emisión descontrolada podría estabilizar los precios y recuperar la confianza en la moneda.
- Productividad y competitividad: Generar condiciones para atraer inversiones y mejorar la productividad, particularmente en sectores exportadores, permitirá un crecimiento genuino de los salarios y una oferta de bienes más accesible.
- Reforma tributaria: Simplificar y reducir la carga impositiva daría aire a los sectores productivos, incentivando la inversión y permitiendo un ajuste real en los costos internos.
El camino será largo, pero los primeros pasos ya se han dado. Si el gobierno de Milei logra alinear estas políticas con un crecimiento sostenido de la economía real, los argentinos podrían empezar a ver una reducción de esta asfixiante brecha entre precios internacionales y salarios locales.
El valor de cambiar el discurso
Más allá de las cifras y las reformas, el logro más significativo de Javier Milei radica en haber cambiado el marco mental de la política argentina. Por primera vez en décadas, el debate ya no gira en torno a cuánto debe gastar el Estado, sino a cuánto debe dejar de gastar.
Su capacidad para desafiar el consenso predominante —ese cómodo estatismo que ha empobrecido a generaciones de argentinos— ha obligado a todos los sectores, incluso a sus críticos, a replantear sus posturas. Este cambio no es menor. Argentina es un país que históricamente ha demonizado la riqueza y glorificado el clientelismo.
Bajo Milei, conceptos como el mérito, la propiedad privada y la responsabilidad individual han vuelto al vocabulario público, y con ello, una generación más joven ha empezado a cuestionar las bases mismas del sistema político y económico.
Relaciones internacionales: Una nueva narrativa
En el plano internacional, Milei ha apostado por un realineamiento geopolítico. Su acercamiento a los Estados Unidos e Israel, combinado con su distanciamiento de los regímenes autoritarios de la región, ha enviado un mensaje claro: Argentina quiere ser parte del mundo libre y dejar atrás las alianzas ideológicas que la han aislado durante años.
Aunque esta postura ha generado tensiones diplomáticas, especialmente con países vecinos, también ha abierto puertas para acuerdos comerciales y alianzas estratégicas que prometen beneficiar al país a largo plazo.
El desafío pendiente: Gobernar desde el consenso
Sin embargo, no todo ha sido un éxito. Si bien Milei ha conseguido avanzar en su agenda, su estilo confrontacional y su desprecio por la política tradicional le han restado apoyos en sectores clave. Gobernar no es sólo destruir, sino construir, y construir exige acuerdos. La fortaleza de sus convicciones es admirable, pero la política, como la economía, exige pragmatismo.
El arquitecto de un nuevo paradigma
El primer año de Javier Milei ha sido el de un hombre dispuesto a desafiar las inercias de un sistema decadente. Ha cometido errores, como todo líder disruptivo, pero sería injusto no reconocer los logros de su gestión. Ha devuelto al debate político la posibilidad de un futuro diferente, una Argentina menos dependiente del Estado y más abierta al mundo.
Queda por ver si Milei será capaz de convertir este primer año en los cimientos de un cambio duradero o si sucumbirá a las mismas fuerzas que ha jurado combatir. Pero una cosa es segura: con Milei, la Argentina ha vuelto a soñar con ser una nación de ciudadanos libres, y no de súbditos resignados.