«La transversalidad “como negocio del vacío
La transversalidad llegó para salvarnos. Ahora todo es transversal: la educación, la política, la ética, el deporte y hasta el café de máquina que se filtra con espíritu transversal, cruzando de la amargura al conformismo en un solo sorbo. Antes, uno era médico o poeta, político o basurero, pero ya no. Ahora todos somos gestores transversales de nuestras propias miserias.
En la empresa de la vida moderna, los departamentos no son compartimentos estancos
¡Ay, qué antiguo suena eso! Todo se entrelaza, como un abrazo incómodo entre el balance financiero y la promoción de la cultura corporativa. Una cosa influye a la otra, y ya no se sabe si el jefe está hablando de ventas o de ética cuando exige que vendamos más con menos escrúpulos.
La política, antes monopolio de los políticos, se ha vuelto transversal también
Ahora el ecologista habla de economía, el economista habla de inclusión, y el político habla de amor al prójimo. Y nadie hace lo que dice, pero eso sí, lo dice muy transversalmente.
Y la educación… ¡ay, la educación!
Ya no basta con enseñar a sumar o a escribir. Ahora se enseña a ser ciudadano del mundo, a respetar la diversidad, a no discriminar ni siquiera a las raíces cuadradas. El niño sale sabiendo que debe cuidar el planeta, pero no sabe cuánto es siete por ocho. Pero tranquilo, porque ahora sabe que las matemáticas son opresoras y hay que abordarlas con perspectiva transversal de género y justicia social.
La transversalidad nos ha vuelto “todólogos” y “opinólogos”
Ya nadie habla de lo que sabe, porque lo importante es que tu discurso cruce por todos los rincones del pensamiento correcto. Si no eres transversal, eres sospechoso de sectario o peor aún, de antiguo.
Y aquí estoy yo, empresario de la transversalidad, buscando cómo vender esta idea tan moderna y tan líquida
Tal vez haga un seminario: ‘La transversalidad como camino hacia el vacío’. O mejor aún, lo patento.
Porque lo único que no ha cambiado en esta vorágine transversal es el buen negocio de vender palabras bonitas envueltas en humo.