“En primera persona, un puente entre mundos”

Hoy, escribo estas líneas no para vanagloriarme, sino porque ustedes, lectores fieles que me siguen a diario, se preguntan quién es este hombre que los atrae con sus textos y palabras. Permítanme contarles mi historia, con la transparencia que merece quien camina junto a mí.

Nací pobre, criado por mi abuela y mi madre en un barrio humilde

La vida no me regaló nada, excepto los valores de mis mayores: italianos y españoles que fundieron mi voluntad con el temple del esfuerzo. Para estudiar, trabajé toda la vida. Agradezco a la enseñanza pública, esa que me dio herramientas cuando el camino parecía imposible.

Mi camino comenzó en 1979

Cuando con mi amigo y socio Arnaldo, fundamos los laboratorios Bedson. Allí, entre probetas y microscopios, el polvo de las ideas se convirtió en fórmulas que dieron vida a proyectos pioneros. Desde la bioquímica, puse foco en el metabolismo intermedio de los hidratos de carbono en salud animal, un campo que me enseñó que la ciencia no es abstracta: es vida aplicada, tangible, urgente.

Vida Positiva

Esa misma pasión me llevó a fundar, allá por el año 2000, el primer sitio en Argentina y Latinoamérica dedicado a difundir buenas noticias: vidapositiva.com. Hoy sigue viva, adaptándose a los tiempos porque creo firmemente que las historias positivas son antídotos contra el pesimismo.

Lideré en Bedson, una estructura de comercio internacional que conectó América con el mundo

No lo hice por ambición monetaria, sino por la convicción de que el intercambio trasciende números: es un diálogo que cuenta historias. Uní a la Argentina con el mundo: Africa, Europa, América, Oriente Medio, Sudeste asiático, China y Australia.

Por eso, cuando construí redes de distribución globales y me uní al Grupo Armejo Yépez en el Perú, como Director Asesor, siempre busqué que cada acción llevara consigo un relato de resiliencia, como el “tango que llevé a Malasia” y que dio título a mi primer libro.

Hoy, en el Parque de la Salud de Granada, España, donde la ciencia y la tecnología se cruzan con los sueños, allí estoy, Director de ilender Ciencia y Tecnología, donde la investigación y la innovación se abrazan como viejas amigas, siempre vigentes, siempre despiertas. Avanzan como el río que nunca se detiene, buscando respuestas, abriendo caminos. En ese rincón de esperanza y conocimiento, construimos futuros posibles, en el latido constante del hacer y el descubrir.

Mi mirada, sin embargo, nunca se limitó al comercio

Como asesor en biotecnología y biodiversidad para el gobierno peruano (Sierra y Selva Exportadora), y como Secretario General del Foro Argentino de Biotecnología (FAB), promoví saberes compartidos. ¿La razón? Estoy convencido de que la colaboración fortalece a los pueblos.

Más tarde, mi nombramiento como Embajador de Buenos Oficios por la Alcaldía de Pilar confirmó otra certeza: la palabra es el cimiento para construir puentes. “No soy solo empresario o periodista; soy un puente entre la ciencia y la industria, entre lo que soñamos y lo que logramos”, repito siempre.

En 2019, el premio Argentinos en el Exterior —otorgado por el gobierno de Mauricio Macri en Madrid— reconoció mi labor en exportación e industria. Fue un instante fugaz donde el puente se volvió camino, y el sueño, realidad. Pero los trofeos no definen mi legado. Lo que perdura es la certeza de que innovar es vivir, y que el progreso se teje cuando ciencia, comercio y palabra dialogan sin fronteras. Gracias Embajadores Ramón Puerta y Fernando Cerveto.

Mi experiencia en Comercio Internacional y mis estudios en Comunicación, Periodismo y Bioquímica cimentaron una formación tan diversa como mis intereses. Hoy, desde kambiopositivo.com —mi trinchera digital— analizo tendencias globales con mirada crítica y esperanzadora. Y aunque mi amigo Gabriel me llame hombre del Renacimiento, soy solo un eterno aprendiz.

Las redes sociales, inevitablemente, se sumaron a mi travesía

En LinkedIn, sin planearlo, me convertí en un influencer involuntario. Miles de personas siguen mis publicaciones, entusiasmadas por ideas que cruzan lo empresarial con lo humano. Además, soy colaborador habitual en publicaciones del mundo empresarial de Argentina, Ecuador y España, porque la palabra escrita es mi pacto con la memoria: cada frase es un barco cargado de aprendizajes hacia el futuro.

¿Por qué sigo aquí, escribiendo, creando, conectando?

Porque el mundo sigue andando, y yo con él. Porque creo que los límites existen solo para ser trascendidos. Y porque ustedes, lectores, me recuerdan que cada puente construido vale más que cualquier trofeo.
Gracias por caminar a mi lado.

Omar Romano Sforza
“Arquitecto de conexiones, narrador de historias, eterno aprendiz