“A Malasia con una Jeringa”: La importación veterinaria entre la resiliencia y el cálculo político
Fuente: engormix.com
En Argentina, tierra de contradicciones y resiliencia, cada decisión gubernamental es un tango que oscila entre la técnica y la pasión política. La reciente Resolución SENASA 333/2025, que habilita la importación de productos veterinarios desde países con “estándares equivalentes”, no escapa a esta coreografía. Bajo la apariencia de una medida técnica —reducción de plazos de 2 años a 90 días y ahorros en vacunas como la antiaftosa (de USD 1,20 a USD 0,37)—, se esconde una partitura más compleja, donde las notas de la urgencia electoral desafinan contra los laboratorios locales.
El espejismo de la eficiencia: ¿apertura o desprotección?
El ministro Luis Caputo exhibe cifras contundentes: agilización burocrática, competitividad internacional y alivio para un sector agropecuario asfixiado por el “costo argentino”. Sin embargo, ¿es esta una modernización genuina o un atajo para eludir distorsiones estructurales? La industria local, enfrenta ahora una competencia desigual: productos subsidiados en economías estables versus una cadena productiva local herido por décadas de inflación y proteccionismo mal gestionado.
El Gobierno insiste en una lógica binaria:
Desregular o proteger. Pero ¿dónde queda el diálogo con los laboratorios para modernizar normas o subsidiar innovación? La ausencia de salvaguardas contra el dumping o cláusulas de transferencia tecnológica revela una miopía estratégica. Argentina ya vivió este guion en los 90: apertura abrupta, desindustrialización y dependencia crónica.
El timing electoral: La sombra que baila detrás del anuncio
La medida se oficializó el mismo día en que se postergó un polémico blanqueo de dólares, evitando así que la oposición la tildara de “electoralista”. En un año clave, el oficialismo necesita oxígeno tras meses de ajuste impopular. Javier Milei, el presidente libertario que prometió dinamitar el statu quo, ahora recurre a fórmulas clásicas: gestos mediáticos con impacto inmediato, pero sostenibilidad dudosa.
El dilema ético: ¿quién paga el tango?
La ética periodística obliga a preguntar: ¿Es legítimo sacrificar capacidades productivas locales en aras de un alivio coyuntural? La vacuna antiaftosa ejemplifica el riesgo: su importación masiva podría reducir costos hoy, pero ¿qué ocurrirá si proveedores externos elevan precios una vez desmantelada la producción local? La historia argentina está plagada de ejemplos donde la falta de planificación a largo plazo derivó en crisis peores que los problemas que intentaba resolver.
El Gobierno insiste en una narrativa de “eficiencia”, pero omite mencionar que la inflación —hoy en 2,8% mensual— sigue erosionando ganancias, y que las retenciones agropecuarias, otra demanda histórica del campo, permanecen intactas.
Entre la melancolía y la esperanza: un futuro por escribir
Argentina no necesita parches, sino proyectos. La Resolución del SENASA podría ser un paso hacia la integración global si estuviera acompañada de un plan para fortalecer la industria local: inversión en I+D, simplificación regulatoria sin desprotección, y alianzas público-privadas.
Milei, navegando en aguas ambiguas, aplica recetas de mercado mientras juega al timing electoral. La pregunta no es si esta medida es justa, sino si forma parte de un proyecto coherente o de una seguidilla de gestos para sobrevivir hasta 2025. En un país donde la grieta entre lo técnico y lo político es una herida abierta, la respuesta, tristemente, suele inclinarse hacia lo segundo.
Epílogo:
Como en el tango, la verdadera maestría no está en los pasos que se ven, sino en los que se anticipan. Argentina merece una coreografía que priorice la resiliencia sobre la improvisación.