“La última vez” tiene mala prensa
“Hay algo injustamente temido en “la última vez”.
Se la señala con el dedo, como si su sola mención cargara con la condena de lo trágico. Pero no siempre es así. No toda despedida es un fracaso, no todo cierre es un naufragio. A veces, simplemente, lo que se termina… tenía que terminar.
¿Pediste nacer? Claro que no
Nadie pidió estar en este mundo. Llegamos como llegamos: desnudos, vulnerables, sin un contrato firmado ni una cláusula de salida. Pero acá estamos. Y una vez que abrimos los ojos, la película ya está rodando. Nos toca un papel y, queramos o no, la obra comienza.
Muchos se aferran a lo que fue
A lo que pudo haber sido. A lo que, si no fuera por tal cosa, todavía sería. Pero hay ciclos que se cumplen, etapas que se agotan, vínculos que dicen más en su final que en su persistencia. Entonces, ¿por qué el escándalo de lo que termina? ¿Por qué no celebrar el coraje de cerrar lo que ya no nos representa?
Nacer, crecer,… Es la regla
Es la ley que no pide permiso. La vida está atravesada por comienzos y finales. Y no, no todo lo que se va es pérdida. A veces, lo que se va nos alivia. Nos limpia. Nos prepara.
¡Pero ojo!
Entre el primer llanto y el último suspiro está la vida. Esa que se nos escapa en la rutina, en el miedo, en la espera eterna del momento perfecto. Vivir es animarse. Es jugarse el pellejo. Es llorar, reír, desear, frustrarse, amar y volver a intentarlo.
Y sí, también está la sombra
Porque hay quienes no llegaron a tiempo. Niños, jóvenes, vidas que apenas arrancaban y se apagaron antes de descubrir siquiera qué era vivir. No los olvido. No los olvido nunca. Están ahí, como un murmullo que me recuerda que no hay garantías. Que cada amanecer es un privilegio, no una deuda cobrada.
Prefiero la ley de vida
Esa que no siempre entiendo, pero que acepto. Porque si hay algo que aprendí es que no todo tiene sentido, pero todo tiene peso. Y en ese peso uno elige qué cargar y qué soltar.
La “última vez” tiene mala prensa, sí
Pero hay algo profundamente humano en poder decir: “Hasta acá”. Algo que dignifica. Porque no se trata de cuánto dura, sino de cómo se vive. Y si viviste con intensidad, si amaste con entrega, si te equivocaste sin escudo, entonces no hay última vez que duela tanto.
Porque el recuerdo de haber estado vivo… compensa cualquier final.