Escuela Zoreda ” donde el cuerpo se aquieta y el alma respira”
Hay lugares que no se anuncian con estruendo, sino que se revelan en un susurro. Espacios que no se imponen, sino que invitan. La Escuela Zoreda es uno de esos lugares. No es solo una escuela: es una corriente suave que te envuelve, un hilo invisible que une la disciplina del cuerpo con la calma del espíritu.
Su fundador, Aleix Zoreda, ha dedicado su vida a escuchar ese pulso secreto que late en cada movimiento. Entre el arte del Kung Fu, la quietud del Tai Chi y la respiración profunda del Chi Kung, ha tejido un puente para quienes buscan Escuela Zoreda más que técnica: buscan sentido.
Un camino que empezó con pasos pequeños
A los siete años, Aleix encontró en las artes marciales algo más que un juego: una forma de vivir. Entre entrenamientos y maestros que dejaron huella, aprendió que cada gesto puede ser un acto de presencia, que el cuerpo no es solo músculo sino memoria, y que la respiración puede ser el mejor maestro. Décadas después, su experiencia se convirtió en una enseñanza viva, donde lo tradicional se mezcla con la comprensión de un mundo que pide tiempo, pero no sabe detenerse.
Una escuela que respira en todas direcciones
Escuela Zoreda no es un lugar fijo. Es un río que fluye: a veces es un dojo presencial, otras una clase transmitida en directo, otras un video que te espera a cualquier hora del día. Allí donde haya alguien dispuesto a aprender, la escuela se despliega. En su plataforma conviven más de cien lecciones, encuentros en vivo, grupos de práctica y un espacio comunitario que recuerda que aprender también es compartir.
Una comunidad que se reconoce
Hay algo que sucede cuando cientos de personas, desde distintos países y edades, se encuentran con la misma intención: el espacio se llena de reconocimiento. Hoy, más de 700 alumnos forman parte activa de este círculo, y más de 200 000 siguen sus contenidos como quien sigue una fuente de agua limpia. Entre cursos de iniciación, retos accesibles y formaciones profundas, la comunidad crece porque encuentra un lenguaje común: la práctica como camino y como refugio.
De la forma al fondo: el aprendizaje con raíz
Aquí no se memorizan posturas para repetirlas sin alma. Cada clase parte de principios que se sienten bajo la piel: la respiración como ancla, el movimiento como espejo, la quietud como fortaleza. Ya sea en el curso de Principios Fundamentales o en la Formación Integral de Chi Kung, el aprendizaje avanza con la cadencia de quien siembra, no de quien corre. Porque aquí, la prisa no entra.
Cuando el encuentro es también regreso
Cada año, la escuela convoca a sus alumnos en un retiro donde el amanecer se convierte en maestro, la naturaleza en aliada y el grupo en familia. Es una pausa que no se olvida: caminar juntos, entrenar juntos, comer juntos… y descubrir que la verdadera enseñanza ocurre también fuera de las clases. En la Escuela Zoreda, el tiempo recupera su ritmo natural. Lo que empieza como una búsqueda física se convierte en un reencuentro contigo mismo.
Y en esa sencillez —un maestro, un grupo, un espacio abierto— se revela una verdad silenciosa: que el cuerpo aprende, sí, pero es el alma la que agradece.
Contacto:https://escuelazoreda.com/blog