Entre la siembra y la palabra, una pausa
“Hay etapas en la vida en que la escritura necesita callar un poco para escuchar mejor.”
No es un silencio vacío, sino un silencio fértil, donde las ideas germinan en la penumbra y los sueños buscan su cauce. Estoy entrando en ese tiempo de gestación creativa, un espacio donde los pensamientos, las preguntas y las historias que me rondan van tomando forma, despacio, como semillas que esperan el momento de brotar.
Si la inspiración me acompaña.
Confío en que ese proceso desemboque el próximo año en un nuevo libro. No quiero apurar el camino, porque las palabras saben llegar a su tiempo, no antes. Y a mí me toca ahora cuidarlas, trabajarlas, darles aire y paciencia.
Por eso, quienes reciben mis publicaciones en Kambiopositivo:
Notarán que la frecuencia disminuirá. No se trata de un adiós, sino de un ritmo distinto: menos mensajes, pero más trabajados, enviados con la regularidad que el proceso creativo me permita.
Seguiré compartiendo reflexiones allí, porque es un espacio que siento vivo y cercano, aunque en esta etapa no pueda alimentarlo con la misma constancia.
En cambio, en LinkedIn:
Me seguirán encontrando con la cadencia de siempre: un par de publicaciones por semana, en las que la ciencia se mezcla con las historias, y las historias con la vida misma.
Es un territorio fértil para la conversación y el intercambio, donde la curiosidad y el aprendizaje colectivo hacen que valga la pena sembrar palabra tras palabra.
La escritura no es sólo oficio ni disciplina:
Es también escucha, búsqueda y riesgo. Ahora necesito caminar por ese tramo en el que la obra aún no existe, pero late. En el que todo parece borrador, pero cada trazo abre un camino.
Y aunque el mundo exterior quizá vea menos publicaciones, en el interior la escritura sigue viva, trabajando con la paciencia de quien prepara la tierra antes de sembrar.
Quizá allí está también la invitación:
A no temerle a los procesos lentos, a confiar en que toda semilla requiere su tiempo bajo tierra antes de asomar al sol. Como en la vida misma, los silencios y las pausas no son vacíos: son los lugares donde se gesta la fuerza para volver a florecer.
Gracias por acompañar este tránsito. Sigamos sembrando palabras, ciencia e historias. Lo mejor siempre está por escribirse.
Omar