Argentina, ese país donde el 3% nunca es propina

Escribo desde Madrid, donde los dramas son menores: si sube el metro o si el Real Madrid ficha otro delantero. Mientras tanto, la Argentina se las ingenia para convertir la política en un reality show sin finales felices. Mi corresponsal ad honorem, Jorge “Tato” Elías, aporta desde Buenos Aires.

Allá, el último tango no lo bailan Gardel ni Piazzolla, sino los hermanos Milei, envueltos en un escándalo por presuntos sobornos con medicamentos. Sí, medicamentos: la línea de vida de miles de personas con discapacidad, convertida en coreografía de poder. Todo está en investigación, sin culpables aún. La Justicia decidirá… si tiene tiempo entre audios filtrados y selfies presidenciales.

El “escándalo Andis” es un espejo perfecto:

Un país que discute déficit fiscal con pasión reparte planes con entusiasmo y vuelve a tropezar con la corrupción como si fuera una piedra de cemento armado. Este año hay elecciones en varias provincias: LLA busca crecer, sumar votos y capitalizar cada escándalo; el peronismo se prepara para luchar, recomponerse y, por qué no, recuperar algo de lo que cree perdido. Mientras tanto, el pueblo observa, mezcla de asombro y resignación.

Los audios: karaoke del poder

Diego Spagnuolo, ex titular de Andis y abogado presidencial, demuestra que en Argentina los secretos duran lo que dura un fernet en un asado. El 3% supuestamente reservado para Karina Milei no es obra pública ni licitación turbia: son remedios. Sí, el tango de la corrupción ahora viene con receta y dosis diarias.

Filtraciones y castigos selectivos

¿Quién filtró los audios? Nadie lo hace por casualidad. Lo llamativo: los primeros en caer fueron propios de LLA. Castigo ejemplar, purga interna o simple reacomodamiento: en un espacio que creció demasiado rápido, las lealtades son tan frágiles como los pronósticos de inflación. Detrás de cada filtración hay intereses: ajustes de cuentas, disputas de poder y la necesidad de mostrar músculo frente a un líder que concentra más que una licuadora industrial.

Silencios que gritan

Javier y Karina Milei eligieron callar hasta hoy. Mala idea: el silencio político es como un mate frío, deja mal sabor. Otros hablaron: los Menem negaron y atribuyeron todo a “operación política”. La empresa Suizo Argentina difundió un comunicado de inocencia que Milei retuiteó. Porque nada da más, credibilidad como retuitear a una empresa sospechada de coimas.

Déjà vu de $LIBRA

Recordemos $LIBRA: criptomoneda con promesa de fortuna que terminó en desplome. Pérdidas millonarias, Unidad de Tareas cerrando más rápido que kiosco sin cigarrillos. Dos capítulos, un mismo patrón: entusiasmo libertario que termina en lío judicial y memes internacionales.

El costado más cruel

El escándalo explota cuando el Gobierno intenta recortar pensiones por discapacidad y Diputados rechaza un veto presidencial. Timing perfecto: mientras se debate si se puede ahorrar en los más vulnerables, surge trama que sugiere que lo que sobra son coimas. Casi cinematográfico.

¿Se puede rescatar algo para los Milei?

Si la Justicia demuestra inocencia, los hermanos Milei podrían presentarse como héroes modernos: enfrentaron al mismo sistema que décadas de peronismo consolidaron. Carta difícil, sí, pero posible. Contrarrelato y resultados: el único antídoto para el déjà vu argentino.

Epílogo: ¿quién se lleva la última ficha?

La Argentina es un casino donde la banca casi nunca pierde: a veces gana la política, otras la Justicia, casi siempre la impunidad. Este año, la pregunta es quién triunfará: la Justicia, la política, el peronismo intentando recuperar terreno, LLA buscando crecer, o la bronca social que tarde o temprano pasa factura.

Desde Madrid, solo me pregunto: ¿quién se llevará el 3%… y quién terminará pagando la cuenta? Porque la corrupción tiene larga tradición, sobre todo bajo el peronismo. La diferencia ahora: los Milei pueden intentar romper la lógica histórica, o quedar atrapados en el mismo tango de siempre.

Y, mientras tanto, la Argentina sigue bailando, entre audios filtrados y escándalos diarios, con una sonrisa amarga que nadie se atreve a quitar.