“Deshonestidad, ganancias, toma de decisiones e intuiciones morales”
Fuente: The Conversation, 14 de julio de 2024. Autor: Tomás Bonavía.
Este texto intenta traducir un artículo académico, sin fórmulas ni tecnicismos, como una historia que se cuenta alrededor de una mesa. El artículo en cuestión fue escrito por Tomás Bonavía y publicado en The Conversation el 14 de julio de 2024. Habla de algo que nos toca a todos: la deshonestidad, las ganancias fáciles y esa brújula moral que a veces late más fuerte que los cálculos de la conveniencia.
El dilema sencillo que no lo es tanto
Imaginemos a un estudiante universitario. Le ponen frente a dos caminos:
- recibir 300 euros por una beca que no le corresponde,
- o ganar los mismos 300 euros ordenando papeles en la secretaría de su facultad.
La misma cantidad de dinero, dos formas de conseguirlo. Una recta, otra torcida. ¿Cuál elegir?
Lo lógico sería pensar que muchos optarían por la beca inmerecida: dinero fácil, sin esfuerzo. Sin embargo, cuando se hizo este experimento en condiciones controladas, la mayoría de los estudiantes prefirió la opción honesta: trabajar. Y lo más llamativo fue que esta decisión no cambió ni siquiera cuando se les dijo que, en cursos anteriores, la mayoría había elegido la beca deshonesta.
Más allá del contagio
Se suele decir que la corrupción se contagia como un virus: si todos defraudan, ¿por qué no hacerlo yo también? Esa lógica, tan presente en la vida cotidiana, parecía destinada a repetirse aquí. Pero el experimento mostró otra cosa. Las expectativas sociales —la idea de que los demás hacen trampa— no lograron torcer la elección de la mayoría.
Esto sugiere que cuando la ganancia es la misma, cuando lo único que cambia es el modo de obtenerla, el ejemplo ajeno pesa menos que la voz interior. No es el cálculo frío lo que decide, sino la emoción que nos arde en el pecho.
El precio y la conciencia
Los estudios sobre deshonestidad suelen medir cuánto dinero extra estaría dispuesto alguien a ganar a costa de su ética. Pero en este caso el dinero no variaba: la suma era idéntica. Lo único distinto era el esfuerzo. Allí se reveló algo importante: muchas veces la deshonestidad no nace de una suma mayor, sino de la posibilidad de justificar el engaño. Cuando no hay excusa posible, la balanza se inclina hacia la honestidad.
La brújula emocional
Bonavía lo explica con claridad: nuestras decisiones morales no siempre pasan por la razón, sino por intuiciones rápidas y automáticas. La culpa, la vergüenza, el orgullo o la dignidad son fuerzas invisibles que actúan antes que la calculadora mental. Funcionan como una brújula interior, señalando el norte, aunque los demás caminen hacia el sur.
Cuando la recompensa es demasiado alta, esas emociones pueden silenciarse. Pero cuando el beneficio es ambiguo, cuando no hay nada que justifique la trampa, la brújula late con fuerza y guía hacia lo correcto.
Un respiro en tiempos oscuros
Vivimos en un mundo donde la corrupción parece norma, donde las noticias repiten escándalos y fraudes. Frente a eso, este experimento abre una rendija de esperanza: demuestra que no todo está perdido, que la honestidad aún encuentra defensores, incluso cuando nadie mira, incluso cuando la ganancia fácil está al alcance de la mano.
Lo que Bonavía muestra es simple y profundo: la deshonestidad no siempre manda, no siempre se contagia, no siempre gana. A veces, contra los pronósticos, la mayoría elige ordenar papeles en vez de aceptar la beca robada. Y esa elección, pequeña pero firme, nos recuerda que todavía existen resortes internos capaces de resistir la tentación.
En suma, el artículo de Tomás Bonavía no solo presenta un experimento sobre estudiantes y becas, sino también un espejo en el que mirarnos. Allí descubrimos que, más allá de la marea de ejemplos de corrupción, las intuiciones morales siguen vivas y pueden guiar nuestras decisiones.
Y que, aunque la deshonestidad tenga mil disfraces, la honestidad aún tiene la última palabra en muchos corazones.
Sobre el autor:
Tomás Bonavía es Doctor en Psicología Social (PhD) y Profesor Titular de la Universidad de Valencia. Especializado en las áreas de Psicología del trabajo y las organizaciones; y Psicología económica y del consumidor.
Sus principales líneas de docencia e investigación son: Dirección participativa y trabajo en equipo, gestión de recursos humanos y producción ajustada, cultura organizacional y corrupción en las instituciones, emoción y toma de decisiones.
Director de la unidad de investigación Trabajo en Equipo para la Mejora de la Producción y la Organización (TEMPO).