Año 2030: “El mundo se sienta a comer”

Para el 2030 seremos unos ocho mil quinientos millones sentados a la misma mesa. No caben todos, claro; algunos comerán sobre el regazo, otros mirando por la ventana, y unos pocos en la cabecera con mantel de lino y vino francés. Pero ahí estaremos, veintenas de países peleando por el pan y la sal, por el último trozo de carne.

1- India abrirá el banquete

Con sus mil quinientos millones de almas y una espiritualidad que no negocia con la vaca, su proteína será el pollo, el pescado, los huevos y esa legumbre orgullosa que huele a curry y destino. Comerán como siempre, entre especias y contradicciones, mientras una clase media creciente se atreve, en privado, a probar lo que sus abuelos prohibieron.

2- China

Con mil cuatrocientos diez millones de bocas, seguirá fiel a su cerdo —no hay comunismo sin chicharrón ni mercado sin panceta—, aunque el Estado le susurre al oído que coma menos. El cerdo es la carne de la memoria china: en cada festival hay uno, en cada familia un trozo. La soja y el tofu acompañan, pero el sabor sigue teniendo madre porcina.

3- Estados Unidos

Con sus trescientos cincuenta millones, seguirá siendo el templo de la res. El bistec será todavía la bandera en las parrillas de Texas, aunque los californianos juren que una hamburguesa vegetal puede salvar el planeta. El pollo reinará en las cadenas rápidas, el cerdo en las navidades del sur. Pero el mito del “steak” resistirá más que la Constitución.

4- Indonesia

Trescientos millones de islámicos dispersos entre islas: pondrá el pollo en la parrilla y el pescado en el alma. Su mercado de Yakarta o Sulawesi seguirá oliendo a mar, a aceite y a arroz.

5- Pakistán

Con casi trescientos millones, también dirá no al cerdo y sí a la cabra y al pollo, como un eco del Corán que se repite entre montañas y desiertos.

6- Nigeria

Esa gigante africana que rozará los doscientos ochenta millones, será el reino de la carne de vacuno y del chivo. En sus calles la parrilla es rito y economía; un fuego constante que alimenta familias y negocios.

7- Brasil

Aún cerca de los doscientos treinta millones, seguirá mezclando churrasco y contradicción: el país que produce para el mundo seguirá exportando más de lo que come. Su vaca pastará para China, su pollo volará a Europa, y su gente se servirá lo que quede.

8- Bangladés

Casi doscientos millones, vivirá de pescado y pollo, con la vaca reservada para la fiesta. Su carne es escasa y cara, pero su paciencia es abundante.

9- México

Con ciento treinta millones de corazones y estómagos, seguirá marinando el cerdo y el pollo con ají y orgullo. El taco, ese milagro nacional, no pedirá permiso a ninguna dieta global.

10- Etiopía, Egipto, Filipinas, Congo, Irán, Turquía, Tailandia, Rusia, Japón, y la vieja Europa —Francia, Alemania, Reino Unido— completan la lista de los veinte que marcarán el pulso del hambre.

En conjunto, el planeta comerá más pollo que nunca:

Es la proteína democrática, barata y adaptable: lo mismo vuela en curry que en empanado. Le sigue el cerdo, rey del sabor y enemigo de las religiones; luego la res, noble y cada vez más exclusiva. El pescado intenta mantener el tipo, aunque los mares se cansen.

El siglo XXI es carnívoro, pero a dieta moral. En África, el consumo crece; en Europa, se disculpa. En Asia, se organiza. Nadie quiere renunciar del todo, pero todos saben que algo no cierra en la cuenta: el planeta engorda y los campos se secan.

La ONU dirá que somos ocho mil quinientos millones

Los carniceros dirán que faltan vacas; los ambientalistas, que sobran humanos. Pero en cada casa —de Delhi a São Paulo, de Lagos a Los Ángeles— habrá alguien friendo algo en una sartén, con hambre de otra cosa. Quizás de sentido. Quizás de futuro.

Al final, el 2030 no será el año del hambre ni el de la saciedad: será el del equilibrio fingido, el de la carne contada por gramos y la conciencia medida por likes. Y el mundo, entero, masticará su destino entre el rugido de las parrillas y el murmullo de los informes.

Un “buen provecho” en forma de cierre:

Allí, fuera del foco principal, el resto del mapa también mastica su porvenir. En América Latina —desde los Andes hasta el Plata—, el menú mezcla necesidad y creatividad.

En Argentina y Uruguay, el asado resiste como identidad. Pero gana el pollo.; en Perú, el ceviche es orgullo nacional y futuro exportable. Pero el pollo braseado es la gloria.; en Colombia, el pollo reina entre arepas y arroz; en Chile, el mar promete lo que la tierra no da. Ninguno está fuera de la mesa global, aunque todos coman a distinto ritmo. En África central, los granos y las cabras siguen siendo la base; en Medio Oriente, el cordero mantiene su trono. En Oceanía, Australia alimenta al planeta con su carne roja, mientras Nueva Zelanda defiende su cordero como un emblema.

Cada región, al final, mastica su destino con el sabor que puede.

Bibliografía necesaria:

  1. FAO (2024). El estado mundial de la agricultura y la alimentación. Naciones Unidas, Roma.
  2. OCDE & FAO (2023). Perspectivas agrícolas 2023–2032. París.
  3. World Resources Institute (2022). Creating a Sustainable Food Future. Washington, D.C.
  4. The Economist Intelligence Unit (2023). Global Food Security Index.
  5. IPCC (2022). Informe especial sobre cambio climático y sistemas alimentarios.