“El peso de las huellas”

Cuanto más escarbes en las huellas del ayer, más pesarán tus pasos al caminar hacia el mañana

El pasado es un río que corre en silencio, arrastrando sus piedras y recuerdos. Algunos se aferran a sus orillas, buscando en las aguas el reflejo de lo que fue. Otros, sin embargo, se dejan llevar por la corriente, temerosos de perderse en el torbellino del presente. El ayer guarda sus propios fantasmas, esos que acechan en las madrugadas frías y en los ecos de la memoria.

Hay quienes se convierten en arqueólogos de su propia vida

Hurgando en las ruinas de amores perdidos, de errores cometidos, de palabras que nunca se dijeron. Levantan polvo y sacuden los huesos de lo que ya no respira. Pero cuanto más escarban, más se hunden en la arena movediza de la nostalgia. La mirada fija en el ayer puede volverse piedra, inmóvil ante el sol que asoma por el horizonte.

No se trata de olvidar ni de arrancarse los recuerdos de raíz

El olvido también tiene sus trampas: borra cicatrices y con ellas las enseñanzas que dejaron. Pero quedarse atrapado en el antes es perder el rumbo hacia lo que podría ser. Es condenarse a vivir en un museo personal donde cada objeto cuenta una historia que ya no cambia, que ya no late.

Hay un arte en soltar sin dejar de recordar

Guardar lo vivido en la maleta sin que esta se convierta en un ancla. Dicen que el horizonte no espera a quien vive mirando hacia atrás. La esperanza crece en la tierra que aún no ha sido pisada, en el sueño que todavía no se ha soñado.

Quizá el truco sea recordar sin quedarse, aprender sin anclarse

Que el pasado sea el faro que alumbra el camino, pero no el puerto donde anclamos el alma. Después de todo, la vida sigue su curso, imparable, y nosotros, si nos quedamos demasiado tiempo en el mismo punto, corremos el riesgo de que el presente nos pase de largo.

Así, seguimos andando

Con el recuerdo a cuestas, pero los ojos en el mañana. No porque el ayer no importe, sino porque vivir es avanzar, incluso con las huellas marcadas en la piel.

El desafío no es olvidar, sino aprender a convivir con lo vivido sin dejar de soñar con lo que viene.