Manual para entender a tu amiga o amigo argentino
El 20 de julio, en Argentina y en algunos otros países, se celebra el Día del Amigo.
Una fecha en la que nadie trabaja menos, pero todos mandan mensajes, suben fotos viejas a redes sociales y, si pueden, se juntan a brindar con lo que haya: Fernet, vino, cerveza o gaseosa si toca manejar. Porque en esta parte del mundo, la amistad no es solo un vínculo, es una forma de vida. Y si alguna vez tuviste —o tenés— un amigo o amiga argentina, sabés que eso no se olvida. Ni se reemplaza.
Tener un amigo argentino en tu vida es:
Como tener Wi-Fi gratis en una zona remota del mundo: no sabés cómo llegó ahí, pero una vez que está, te cambia todo. Es una mezcla entre terapeuta no titulado, standapero de guardia y canciller plenipotenciario del mate. Y ojo, que, si bien puede llegar tarde, cuando llega, llega con todo: risas, anécdotas, teorías sociopolíticas y un tupper con empanadas, probablemente hecho por la madre.
Un amigo argentino te va a decir la verdad, aunque duela
Si te queda mal la camisa, te lo va a decir. Si estás saliendo con alguien que no vale ni la mitad de tus neuronas, también te lo va a decir. Y lo va a hacer con cariño, pero sin anestesia. Porque, para el argentino promedio, la sinceridad es una forma de afecto. Si no te carga, no te quiere.
En términos de lealtad, es como un perro ovejero
Mezclado con guardaespaldas de película. Podés no hablar durante meses, pero cuando lo necesitás, ahí está. Y no sólo aparece: aparece con Fernet, hielo, y un discurso motivacional de cinco minutos que termina con un «¡Vamos, boludo, vos podés!». Después se sirve un vaso y se acomoda en el sillón, como si no hubiera pasado nada.
Conversar con una amiga argentina
Por ejemplo, es como meterse en una serie de Netflix sin saber si es drama, comedia o documental. Puede empezar contándote que se peleó con su jefe, pasar por una reflexión sobre la existencia, y terminar discutiendo si la medialuna va con jamón y queso o solo manteca. Pero te vas siempre con algo: una frase, una idea, una risa. O todo eso junto.
Y si hay algo que define a los amigos argentinos es la intensidad
Te quieren mucho, pero a lo grande. Si te invitan a comer, hacen asado. Si te preguntan cómo estás, no aceptan un “todo bien” como respuesta: quieren el detalle, la novela, el detrás de escena. Y si te ven triste, hacen piquete emocional hasta que hables. No por chusma (aunque un poco también), sino porque realmente les importa.
No intentes discutir
De fútbol, política o si Maradona fue mejor que Messi. Porque ahí se juega la patria, el honor y la bandera. Y aunque terminen gritándote que estás equivocado, después te abrazan y te dicen “igual te banco”.
Sobre los besos, los abrazos y la franela
Los amigos y amigas argentinas son de contacto. Te saludan con beso, te abrazan fuerte y no te sueltan fácil. ¿La franela? Es ese afecto físico y verbal cargado de cariño, de estar encima, de tocarte el brazo mientras te hablan, de tirarte un «sos lo más» de la nada o acariciarte el pelo si te ven medio caído. Puede parecer mucho, pero es su manera de demostrar que están ahí, presentes, con cuerpo y alma. Es intensidad, sí. Pero también es calidez. Y en un mundo que a veces es medio frío, eso se agradece.
En definitiva
Tener un amigo o amiga argentina es tener un cómplice con acento, un gurú con modismos raros y un hermano adoptivo sin papeles. Es como vivir con una radio encendida que a veces canta, a veces llora y muchas veces se ríe de sí misma.
Y cuando la vida se pone difícil, tener a uno de ellos cerca es como tener un asado un domingo a la tarde: no resuelve todo, pero te hace sentir que todo va a estar bien.