Aléjate de las personas tóxicas

Las personas tóxicas son aquellas que, sin que lo notemos al principio, van dejando una huella de oscuridad a nuestro alrededor. Camufladas entre la gente, pueden aparecer como sombras afiladas, seres que poco a poco absorben la luz de nuestros días, y sin que nos demos cuenta, comienzan a sembrar en nosotros una pequeña muerte emocional.

Con gestos sutiles y casi invisibles, desgastan la confianza que uno tiene en sí mismo, arañan la serenidad que con tanto esfuerzo hemos construido y ensucian nuestros sueños. Cada comentario mordaz, cada gesto de desprecio o indiferencia va minando nuestra energía, hasta que llega un momento en el que sentimos que apenas nos quedan fuerzas para seguir.

En muchos casos, estas personas llegan a nuestras vidas sin hacer ruido, envueltas en una sonrisa y ofreciendo una compañía que parece genuina. Pero con el tiempo, se revelan como verdaderos ladrones de energía, capaces de drenar nuestras ganas de vivir. Nos encontramos atrapados, aferrándonos a una relación que, en lugar de nutrirnos, nos consume.

Es como sostenerse a una cuerda rota, una cuerda que solo nos desgasta y no nos da seguridad ni paz. Nos cuesta entender que a veces, para salvarnos, la única opción es soltar, dejar ir a esas personas que tanto daño nos hacen.

La vida es demasiado breve y preciosa para desperdiciarla envenenando nuestra alma. Aprender a alejarnos de aquellos que nos hieren es un acto de rebeldía, de autoconservación, casi un acto de supervivencia. Al alejarnos, hacemos espacio para algo mejor, para la belleza que también existe en el mundo y para personas que sí nos aportan, que nos sostienen.

Existen abrazos que no quitan el aire, sino que nos lo devuelven, miradas que curan y palabras que nos inspiran a seguir adelante. Rodeémonos de personas que nos alienten a crecer, que nos alimenten como la tierra lo hace con el árbol, sin exigir nada a cambio. Porque el verdadero amor, la verdadera amistad, no nos desgasta, sino que nos fortalece.