Lo contrario del éxito, no es el fracaso
Hay algo que quiero compartir con ustedes. Nos han enseñado, desde que éramos pequeños, que hay una línea clara entre el éxito y el fracaso, como si fueran dos ríos que nunca se encuentran. Nos han dicho que el éxito es llegar, coronar la cima de la montaña, mientras que el fracaso es caer al abismo, perderse en el camino. Pero yo les pregunto: ¿es eso realmente cierto?
El fracaso no es lo contrario del éxito, no lo es
¿Cómo podría serlo? El fracaso es un maestro, a veces duro, sí, pero necesario. El fracaso nos enseña lo que no nos atrevemos a aprender en los libros, lo que no nos dicen las palabras bonitas. Nos sacude, nos despierta, nos obliga a mirar de nuevo, a ver con otros ojos. Lo contrario del éxito, me atrevo a decirles, es la renuncia por soñar, a intentarlo, a vivir. Es quedarse quieto, prisionero del miedo, anclado en el puerto seguro, mientras afuera el mundo sigue girando. Es el conformismo, la resignación, esa muerte en vida que acecha a quienes ya no se atreven a equivocarse.
Así que les digo, no teman al fracaso, abrásenlo
Caigan y levántense, una y otra vez. Porque cada caída es una oportunidad de aprender, de seguir, de crecer. Y sepan, sepan siempre, que el verdadero fracaso es nunca haberse atrevido a intentarlo. El éxito no es una meta, no es un trofeo colgado en la pared. El éxito es el camino, es caminar, es no rendirse, es seguir a pesar de todo, aunque a veces el horizonte parezca tan lejano. Porque, al final del día, lo importante no es si llegamos o no, sino cómo vivimos el viaje.