La mesa de Navidad en España, un eco de la historia a nuestros días
Cuando llega la Navidad, no solo llegan los villancicos, ni los adornos ni el brillo de las luces. Llegan también los banquetes, la comida que no se olvida, la comida que llena las mesas y, por unos días, parece llenar las vidas. La carne, las frutas secas, el dulce que ha sobrevivido al invierno. Todo en abundancia. Y esa abundancia tiene un sabor a historia. Porque durante siglos, los pueblos españoles se vieron obligados a acumular lo que podían para el tiempo de frío, para el tiempo del hambre.
El Adviento, con su ayuno, su escasez, su silencio, se rompía en la Nochebuena con un estallido de sabores: el cerdo, sacrificado en los días fríos, convertía su carne en jamón, morcilla y chorizo, regalos del sacrificio, recuerdos de la tierra. El trigo que se convirtió en mazapán, la almendra que resistió la sequía, la miel que sobrevivió al calor. La Navidad fue, en sus orígenes, una fiesta del reencuentro con lo perdido, una fiesta de la generosidad que florecía.
El pueblo, que no se rendía, celebraba y compartía con lo que podía. Los ricos, por su parte, celebraban de otro modo, con festines que eran una muestra de poder y una ostentación de lo que se tenía. Los banquetes navideños reflejaban esas diferencias entre quienes podían llenar la mesa con manjares y quienes, aún con los brazos vacíos, celebraban la unidad. Así, la comida se convirtió en un símbolo de lo que se tiene y, al mismo tiempo, en lo que se da.
La Navidad hoy. Sugerencias para los alimentos:
Las fiestas navideñas son una ocasión especial para disfrutar de la comida y la compañía, pero también pueden generar dudas sobre cómo elegir los mejores alimentos sin caer en excesos o modas alimenticias. Disfrutemos de una Navidad deliciosa, sostenible y equilibrada, dejando de lado mitos y tendencias sin fundamento.
- No te dejes llevar por etiquetas engañosas:
Evita caer en el marketing de términos como «natural», «bio» o «sin químicos». Todos los alimentos tienen compuestos químicos, y las etiquetas no garantizan que un producto sea mejor.
- Elige productos frescos y de temporada:
Opta por alimentos que estén en su mejor momento. En invierno, verduras como coliflor, lombarda, alcachofas y cítricos (naranjas, mandarinas) son opciones sabrosas y económicas.
- Compra local si es posible:
Los productos locales suelen ser más frescos y tienen un menor impacto ambiental por la reducción en el transporte. Además, apoyas a los productores, que tanto lo necesitan.
- No tengas miedo a los congelados:
Frutas, verduras, pescados o mariscos congelados pueden ser iguales de nutritivos que los frescos. Además, son prácticos y muchas veces más accesibles.
- No te obsesiones con lo ecológico:
Un alimento «ecológico» no necesariamente es más nutritivo ni sostenible. Lo importante es que sea seguro y de buena calidad.
- Apuesta por alimentos tradicionales y comprobados:
Jamón ibérico, quesos, turrones y polvorones son parte de la tradición y están hechos con ingredientes naturales. Disfrútalos con moderación.
- Revisa las etiquetas:
Si compras procesadas como dulces o salsas, fíjate en la lista de ingredientes. Busque productos con menos aditivos innecesarios y menos azúcares añadidos.
- No descartes conservas de calidad:
Conservas como mejillones, almejas o espárragos son una buena opción para ahorrar tiempo y enriquecer el menú. Además, mantiene sus propiedades nutricionales.
- Evita caer en modas sin base científica:
No elimines alimentos como el gluten o la lactosa a menos que tú o alguien en tu familia tenga una condición diagnosticada. Estas restricciones innecesarias pueden complicar la preparación.
- Haz compras planificadas y responsables:
Elabora un menú antes de ir al supermercado para evitar comprar en exceso y reducir el desperdicio. Considera recetas que te permiten aprovechar los ingredientes y con costos accesibles.
Para terminar:
La Navidad no tiene por qué ser un desafío alimenticio si seguimos principios sencillos y basados en el sentido común. Comprar con criterio, priorizar la calidad y disfrutar de los alimentos tradicionales en un marco de moderación nos permitirá celebrar sin culpa ni estrés.
Al final, lo más importante es compartir estos momentos en buena compañía y disfrutar del placer de la comida con conocimiento y equilibrio. ¡Felices fiestas!