Disfruta tu día

Dicen que el tiempo es un río que no vuelve, pero a veces vivimos como si lleváramos una casa entera en la espalda, llena de relojes rotos.

Caminamos con los pies atados al ayer y los ojos vendados por el miedo a lo que vendrá. Olvidamos, sin querer, que el único instante que respira es este, el que ahora nos mira de frente, con el alma desnuda.

El pasado es un fantasma con voz suave

Te recuerda errores, te repite escenas como una vieja película que te sabes de memoria. Y el futuro, ese niño aún sin rostro, vive haciéndote promesas que a veces son mentiras disfrazadas de esperanza. Pero el presente… el presente es un regalo sin envoltorio. No tiene moño ni etiqueta, pero es tuyo. Solo tuyo. Se llama hoy.

Hay quienes viven pidiendo permiso al ayer

 Y otros que hipotecan su alegría para el mañana. Y en esa espera, la vida se les va deshojando como flor olvidada. Pero hay otros —pocos, valientes, locos— que entienden que somos lo que hacemos con lo que nos dolió, lo que elegimos con lo que fuimos. Y cada gesto de amor, cada intento de ternura es una forma de mejorar el barro del que venimos.

No se trata de negar la historia ni de ignorar lo que duele

Se trata de no quedarnos a vivir ahí. Porque quien habita el pasado no encuentra la puerta al ahora, y quien teme tanto al futuro se olvida de respirar. Y respirar es también una forma de resistencia.

La diferencia la marca una actitud

No la ropa, ni el dinero, ni las palabras vacías. La actitud. Esa forma casi invisible de decirle a la vida: «Estoy aquí, no me he rendido». Porque vivir no es solo estar. Es mirar el cielo sin esperar que cambie, es agradecer sin motivo, es abrazar sin razón.

Disfruta tu día

No porque sea perfecto, sino porque es tuyo. Y eso, en un mundo que corre sin detenerse, ya es una pequeña victoria.