Las reflexiones de Hilda
Hilda no es solo una amiga. Es una cómplice de la vida, una aliada del pensamiento, una viajera incansable del alma humana. Su compromiso con las personas es tan vasto como su sensibilidad, esa que la hace mirar más allá de lo evidente, descubrir matices donde otros ven sombras, hallar belleza en los repliegues más insospechados de la existencia. No solo escribe, sino que construye puentes con las palabras. Su pluma es luminosa y reflexiva, como un faro que guía el pensamiento, como un espejo que devuelve imágenes más nítidas de la realidad. Su aporte enriquece mis notas con la hondura de quien no se conforma con lo superficial, de quien busca siempre el sentido profundo de las cosas. Hoy quiero que la conozcan. Que descubran, a través de sus escritos, esa sensibilidad que la define, esa lucidez que ilumina.
Para quienes aún no la han cruzado en el camino:
Dra. Hilda Zulema Zárate.
Abogada.Corrientes – Argentina.
Hilda es esencia, es pensamiento, es humanidad. Y eso, en estos tiempos, es un don invaluable. A continuación sus reflexiones a mi nota de ayer.
¿Por qué a la gente buena le pasan cosas malas?
Hola, querido amigo. ¡Ya es de noche por ahí! ¿Cómo estuvo tu día? Espero que hayas disfrutado de ese espléndido lugar.
Este es un tema profundo: la suerte de las personas buenas en la vida. Sé que, más allá de las dificultades que puedan atravesar, ellas no las reciben como un peso insoportable, porque dan lo que brindan de corazón, sin esperar nada a cambio.
Pueden caer mil veces, sufrir heridas invisibles, pero siguen adelante sin pausa. Lo vivido las fortalece y las prepara para lo que vendrá. Esa actitud se ve constantemente en seres que parecen ángeles sin alas, que van por la vida haciendo el bien sin mirar a quién. Lo curioso es que la persona buena no se reconoce como tal, porque su esencia no le permite distinguir entre buenos y malos; simplemente da, por su generosidad, amabilidad y entrega.
Desde nuestra fe, sabemos que las personas buenas se ponen en manos de Dios. No juzgan ni condenan, pues confían en que la justicia divina se encargará de ello. También podemos hablar del karma: la persona buena se enfoca en vivir según sus principios, sin pretender medir la conducta ajena.
Más allá de cómo perciba su destino, la persona buena, aun cuando sufre injusticias, sigue dando lo mejor de sí. Mientras que quien obra mal solo puede ofrecer sus miserias y su vacío de valores, la persona buena, aunque sienta los golpes, sigue adelante con la fuerza de su bondad.
No envidia, no ataca, no engendra violencia ni malos pensamientos. La maldad de otros es una afrenta que la sorprende, pero no la corrompe, porque su corazón no comprende la malicia ajena.
Ahora bien, ¿por qué alguien que sufre tanto sigue siendo bueno?
A veces no hay una respuesta clara. Incluso, muchas personas buenas dejan este mundo antes que otras que no lo son. ¿Por qué? Aunque nos duela, tal vez aceptan su destino en paz, mientras que quienes no han obrado bien terminan enfrentando sus propias cargas, pagando el precio de sus acciones. Nadie se va sin enfrentar las consecuencias de su vida.
Sé que esta visión puede parecer dura, pero es una forma de explicar por qué a las personas buenas les suceden cosas malas. Sin embargo, ellas no sienten la malicia del injusto, porque en su corazón no hay espacio para la maldad.
Este es un tema movilizador, que deja muchas preguntas sin respuesta. Querido amigo, quiero decirte que me siento afortunada de tener en mi vida a personas buenas, incondicionales, que siempre están ahí. Son verdaderos ángeles sin alas.
Te envío un abrazo sincero, querido maestro y amigo Omar. Perdón por escribir sin freno, pero quería plasmar con autenticidad lo que siento en cada uno de nuestros diálogos, que son valiosos y conmueven el espíritu.
Pongo punto final y espero que estés estupendamente, ¡y que hayas disfrutado tu sábado!